Echar las cartas en un buzón es el último paso de una larga cadena de clasificación que no por cotidiana queda exenta de una gran destreza para organizarse el tiempo y dominar calles, bloques y personas. Auxiliadora Vargas y Emilio Galán ejercen de carteros, al igual que otros 435 repartidores de Correos en Córdoba. Ella camina por el distrito trece (Sector Sur) y él por el uno (el Centro).

Los dos son cordobeses, dieron sus primeros pasos profesionales en Madrid y ahora han recalado en sucursales de su tierra, en las que el trabajo comienza a las siete y media de la mañana.

Auxiliadora Vargas forma parte del 20% de mujeres carteras de Córdoba y se desenvuelve desde hace cuatro años por las calles Torremolinos, Motril, Marbella, Cañete de las Torres, Montoro y Lucena. La zona, con fama de conflictiva, no le ha deparado problemas.

Respeto

Su experiencia, sustentada en tres horas diarias de reparto a pie, le dice que se trata de vecinos trabajadores y normales que ven con respeto la figura del cartero porque les lleva documentos y objetos importantes. Auxiliadora optó por este oficio para trabajar, se encuentra a gusto, pero no se trata de algo vocacional. Sobre la amenaza que para el correo puede significar internet cree que "el soporte físico de un recibo de banco da más confianza a una persona que un correo electrónico". Máxime en su distrito, que aglutina a muchas personas mayores que no disponen de ordenador.

Emilio Galán, cartero desde 1984, considera que internet para Correos es una herramienta más para garantizar el envío de algunos productos. "En vez de ser una seria amenaza, nos estamos aliando con las nuevas tecnologías para seguir. Aunque pida por internet un paquete, tendrá que llegarle por correo ordinario y ésa es nuestra ventaja", explica Emilio.

Su itinerario comprende ocho calles y una plaza, comienza en Alfaros y concluye en Carbonell y Morand. Habituado ya a la zona, tuvo que superar el pequeño hándicap que supuso para la gente el cambio de cartero. El que lo precedió estuvo en el puesto 30 años. Estos dos carteros encuentran positivo el trato afable tanto con los compañeros como con los destinatarios de las cartas y en lo negativo, la lluvia y el frío.

Las misivas comerciales abundan sobre las privadas, salvo en Navidad. Y resulta especialmente dura la avalancha de propaganda electoral: "Ahora va a venir un período de trabajo enorme. Estamos ya a la expectativa", avisa Emilio, porque los partidos políticos apuran hasta el final para garantizar que sus mensajes llegan en la semana previa a las elecciones.