Sea cual sea su origen o motivación, ¿cómo se le explica a un niño qué es el terrorismo, quiénes son los malos que han atacado los trenes de Madrid y matado a muchas personas? ¿Por qué tiene miedo una estudiante de 15 años a decir en qué instituto estudia porque piensa que si lo hace en su centro educativo van a poner una bomba? Una clara respuesta a estos interrogantes y al miedo que puedan sentir las futuras generaciones se encontró ayer en el acuerdo unánime de los cordobeses para lograr que los niños de hoy puedan tener garantizado un presente y un mañana en democracia, sin miedo a las bombas indiscriminadas. Un sólido pacto que se reflejó en una manifestación multitudinaria de rechazo a cualquier acto violento, perpetrado por ETA o por cualquier otro grupo terrorista. Una convocatoria, interrumpida en múltiples ocasiones por aplausos al paso de la pancarta inicial portada por autoridades políticas y civiles. Los participantes, que llegaron de todos los puntos de la ciudad y de diversos pueblos --algunos aprovechando los autobuses gratuitos de Aucorsa que paraban en el inicio de la manifestación-- querían estar allí y expresar un sentimiento común. Los comerciantes cerraron sus negocios y se sumaron a la concentración. Una proclama por la paz llenó el centro de la ciudad en forma de crespones negros en las solapas y viviendas, mensajes de "ETA no" estampados incluso en la frente, globos y manos blancas, banderas de España (no respetadas por algunos), y pancartas que gritaban por escrito "No matéis más, somos gente inocente y no queremos maldad", "La ciudad de Córdoba está con las víctimas" o "Todos con Madrid, ETA no". Un padre comentaba, delante de sus dos hijos, que desde pequeños, los niños, cuando conocen tragedias como la de Madrid, tienen conciencia de que hay personas que "han hecho mucho daño". Por eso, más que nunca, hoy es necesario que se cumpla el deseo de un bebé, que en su carrito proclamaba: "Yo sueño con un mundo mejor, hacerlo realidad".