La inauguración del Museo Picasso de Málaga, un proyecto impulsado desde sus orígenes por familiares del artista para cumplir su deseo de regresar a su ciudad natal, reunió ayer a cerca de medio centenar de miembros de la familia en el acto oficial presidido por los Reyes de España. Los artífices principales de la pinacoteca, Christine y Bernard, nuera y nieto de Picasso, encabezaron esta representación familiar, aunque en el Palacio de Buenavista, un edificio del siglo XVI con elementos renacentistas y mudéjares, también estuvieron tres hijos del pintor, Claude, Paloma y Maya, y su sobrino Jaime Vilató Ruiz, así como Mari Paz, hija de Juan Temboury --quien en los años cincuenta hizo la primera intentona de traer obras de Picasso a la ciudad-- y que reconoció a Efe sentirse "muy emocionada y con los vellos de punta" al hacerse realidad el deseo de su padre y del propio artista malagueño.

Las doce salas del Buenavista acogen la colección permanente, cuya principal aportación respecto a otros museos dedicados al pintor malagueño es que hace un recorrido por todas las etapas de su producción. En la sala 1 están los primeros cuadros del Picasso adolescente, la sala 2 está concebida como un homenaje a la familia y cuenta con algunas de las obras más emblemáticas, como el retrato de su primera esposa --y abuela de Bernard-- Olga Kokhlova con mantilla (1917), en la sala 3 se encuentran los dibujos que apuntan los inicios del cubismo, y en la sala 4, varias muestras de su gusto por las figuras escultóricas en la pintura. Algunas de las mujeres a las que amó el artista están en las salas 5, 6 y 7, y a partir de la sala 9 están instaladas las últimas obras de Picasso, que pintó con más de 90 años.

Además el recinto conserva en su interior la intrincada red de calles de la judería para llegar a espacios como el auditorio, la biblioteca o la tienda, antes de desembocar, al salir de este viaje en el tiempo, frente al teatro romano de Málaga.