Alzheimer es la enfermedad que siega recuerdos y las capacidades cognitivas más básicas. Resolver una sencilla multiplicación y reconocer a los propios hijos y nietos se convierte en tarea imposible que sume en la tristeza a los mayores y a quienes ven su constante ir para atrás.

Alzheimer es marchar en el sentido inverso que los niños. En vez de aprender, perder y desprenderse. En lugar de avanzar, volver sobre los pasos, con la pena de gozar de períodos claros en los que notar "esa tontería" que les invade (como algunos de los pacientes, presos de la impotencia, lo llaman).

Ana Herreros, psicóloga de la Unidad de estancia diurna para enfermos de alzheimer en Córdoba, explica que aun siendo ellos los profesionales, aprenden muchísimo. "A veces tienen muchos períodos de lucidez, es curioso".

Uno de los socios entró deprimido, hablando de forma inaudible, y ahora saluda con efusividad. Es una de las pocas recompensas que estos profesionales reciben. A pesar de hacer todo lo que está en sus manos, a veces o no caen los frutos o son pocos.

Además de la psicóloga, un terapeuta ocupacional, una fisioterapeuta, auxiliares de clínica, un enfermero y una trabajadora social proporcionan asesoramiento y tratamiento a los enfermos y a sus angustiados familiares. Desde que se intuye que es alzheimer, la Asociación de Familiares de Enfermos San Rafael informa a los afectados y estudia la situación concreta. El apoyo moral figura como pieza insustituible durante el trayecto, largo y penoso. Al principio, dentro de la consciencia, se detectan pérdidas de memoria y comportamientos repetitivos que antes no hacían (manías y conductas obsesivas). Muchos de ellos caen en una depresión porque no entienden lo que les sucede ni "por qué se están volviendo tontos", como ellos dicen amargamente.

Es en este punto en el que conviene atajar el alzheimer porque todavía se han perdido menos capacidades y las que permanecen pueden mantenerse por más tiempo. Con el paso del tiempo, nuevos síntomas (la falta de memoria solapa más hechos, los recientes y los lejanos; se da la incontinencia urinaria; el deambular, el deterioro físico). En los ejercicios que proponen a algunos de los pacientes, este centro de día situado en el barrio de Levante de la capital potencia los ejercicios (con papel y lápiz) de atención, concentración, memoria, cálculo: multiplicar por dos cifras es uno de ellos.

La fisioterapia, con otra tabla de ejercicios físicos, es otra baza del trabajo diario. Y cuando esta patología ha mermado las facultades, pocos estímulos pueden ponerse en marcha: tan sólo un servicio de respiro familiar. De ahí lo primordial de corregir desde el inicio.

La normalidad en el trato y no olvidar que siguen siendo personas es el mejor camino.