El Consejo de Gobierno aprobó ayer los planes de ordenación de los recursos naturales y de uso y gestión de los parques naturales de la Sierra de Hornachuelos y de la Sierra de Cardeña y Montoro.

Estos cuatro documentos, que sustituyen a los vigentes desde

1994, establecen entre sus objetivos la conservación de las dehesas, la mejora de los hábitats de especies protegidas, el fortalecimiento del empresariado y el fomento de la implicación de la iniciativa privada en el desarrollo de los núcleos rurales.

Respecto al Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos, su nuevo Plan de Ordenación de los Recursos Naturales (PORN) determina una división del territorio en tres grandes tipos de áreas.

La máxima protección corresponde a las denominadas zonas de reserva, que se extienden sobre 10.500 hectáreas (el 17,43% de la superficie) y presentan valores ecológicos excepcionales, tanto por su riqueza faunística como por la presencia de enclaves muy bien conservados de matorral noble y bosques de ribera. En ellas se permiten las actividades de investigación y uso público, así como aprovechamientos tradicionales. En un nivel intermedio se encuadran las zonas de regulación especial, que ocupan el 79,8% de la superficie, con un total de 47.950 hectáreas mayoritariamente de dehesa. También se delimitan 1.650 hectáreas de zonas de regulación común.

Por su parte, el Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) fija como principales objetivos la conservación de los ecosistemas de ribera, la protección de las especies frondosas, la regeneración de matorrales y pastizales, la ampliación de la oferta de uso público y la recuperación del conejo y la perdiz.

En el Parque Natural de la Sierra de Cardeña y Montoro, el PORN recoge una división similar.

Las zonas sujetas a un mayor grado de protección ocupan 934 hectáreas (el 2,43% de la superficie) y están integradas fundamentalmente por formaciones forestales en la que destaca la presencia del roble melojo. En ellas se permiten diversos usos ganaderos, forestales y científicos supeditados a la conservación. El nivel intermedio de protección se aplicará al 96% del territorio, 36.912 hectáreas en las que destacan los aprovechamientos vinculados a la dehesa. Finalmente, como zonas de menor valor ambiental por su transformación se delimitan 595 hectáreas (el 1,55%).

En cuanto a la fauna, se establecen nuevas medidas para reforzar la conservación de especies en peligro de extinción como el lince ibérico y el águila imperial, así como para recuperar las poblaciones conejo y perdiz.