Desde hace dos décadas se han ido repitiendo cada verano, y olvidando en septiembre, los conflictos que surgían en las noches estivales entre residentes que no podían dormir, locales legalizados, pubes sin licencias, jóvenes formales que acudían a los establecimientos nocturnos, menores de botellón y, por supuesto, el Ayuntamiento y la Policía Local.

Cada año, la misma historia. De hecho, hay que recordar que la primera guerra de los pubes , en 1987, entre locales legales, ilegales y vecinos, cogió por medio a una entonces poco experta concejala: la teniente de alcalde de Disciplina Urbanística Rosa Aguilar. Manifestaciones, denuncias, altercados... La situación se desbordó a principios de los años noventa cuando la movida en El Tablero bloqueó los accesos, incluso a vehículos de emergencias. Ni siquiera tuvo éxito el experimento de 1994 para que la movida se fuera a las carpas de El Arenal. La misma historia de siempre con sólo algunos cambios. Por ejemplo: los locales de Chinales están ahora arreglando sus licencias, una situación como la que sufría hace una década El Brillante.

Sólo un cambio positivo y, aún así, cuestionado por aquellos vecinos de zonas donde la movida estival, valga la expresión, lleva años sin moverse. Es el plan para la movida alternativa, que si bien no ha eliminado de un plumazo el problema, reduce algo las concentraciones, a veces lo justo para acabar con los problemas que conlleva la movida.