Desde 1914, la Iglesia Católica celebra anualmente la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado; este año hoy, domingo 26.

Nunca como en estos tiempos hemos vivenciado con tanta claridad en carne propia que necesitamos al «otro» para nuestra supervivencia, para nuestro desarrollo, incluso para nuestra salvación El «otro», el forastero, el emigrante y el refugiado nos son necesarios. Y es que el «Yo» y el «Otro» no son dos entidades independientes que entran en relación como sustancias autónomas, sino que mi propia subsistencia así como la del otro solo se realiza en el encuentro y en la relación, en el «Nosotros». La «casa común» de la especie y su futuro dependen de que el nosotros se ensanche hasta desembocar en el «Todos». 

El migrante, y el refugiado son parte de ese nosotros que hará posible el rescate de todos, como seres humanos. 

Con motivo de estas Jornadas hemos celebrado el jueves 23 a las 20.00, un Círculo de Silencio en el Bulevar del Gran Capitán. A continuación una Vigilia de Oración en San Miguel. 

Y el domingo, en la Catedral, la Eucaristía, seguido de un acto solidario con los migrantes en el Patio de los Naranjos.

Manuel Vida Ruiz. Delegado Diocesano de Migraciones