A la familia de don Antonio, maestro del Colegio Santos Mártires de Córdoba, en nombre de todos sus alumnos.

El pasado miércoles 24 de febrero se marchó Don Antonio, uno de esos maestros con mayúsculas y de los pocos que todavía conservaban ese «Don» tan elegante y merecido por delante.

Al ritmo de sus canciones y rimas, todas ellas creadas por él con un arte cordobés que llevaba con orgullo y por bandera, niños de varias generaciones aprendimos de memoria para siempre los ríos, los cabos, los picos, las montañas y las cordilleras de España; los pueblos de nuestra querida Córdoba, las características de Andalucía, nuestra tierra, y de España, nuestro país; los continentes y la historia del mundo en el que nos tocó vivir hasta entonces. Así, de memoria y sin traumas: aprendizaje tradicional, bueno y significativo, y sin necesidad de que estuviese pautado por una ley de educación farragosa y sin sentido que elaboran unos políticos que parece ser que nunca tuvieron la suerte de aprender de la mano de un maestro como Don Antonio.

Después de que nuestro maestro pasase una vida entera enseñándonos, todos los que un día estuvimos en sus clases lamentamos que Don Antonio haya tenido que vivir esta terrible pandemia que ha golpeado con crueldad el mundo entero. Justo cuando más hubiésemos necesitado sus palabras, su cariño y sus historias llenas de experiencia, para poder afrontar una situación de estas características, hemos tenido que aislar a nuestros mayores. No lo merecen y Don Antonio, en concreto, no lo merecía en absoluto. Debió haberse sido con aplausos y al ritmo de sus canciones, esas canciones que nunca olvidaremos. Tampoco olvidaremos nunca a los maestros como usted, que siempre decía «para adelante». D.E.P.

Miren Begoña Uruburu

Córdoba