Añil trémolo de dorada impronta y eterno donaire. Incunable primavera reverdece en brisa nacarada, personales texturas sobre la faz del pozo. Elevados suspiros arraigados al alma, cual profundas raíces hermanadas a la tierra. Escala de notas con melancólica identidad, en el último tono, verde pátina e indeleble sino.

La voz andaluza, el pueblo, posee una sensibilidad tan elevada por la libertad, que no se deja encadenar por ningún -ismo. Ninguna tierra adquiere, Nobleza, menospreciando a otras, la identidad que define con más exactitud a sus gentes, es el respeto plural, ser fértil suelo, de culturas desde la educación, entendimiento y tolerancia.

José Antonio Guzmán Pérez

Córdoba