A Manolita del Rosal (maestra y teresiana), por su dilatada vida al servicio de los demás.

Es difícil resumir tu dilatada vida en unos pocos renglones. Fiel al carisma de la Institución Teresiana, has vivido conforme al espíritu de ésta; poniendo en el centro de tu existencia las palabras de San Pedro Poveda: CREÍ POR ESO HABLÉ. Siempre con respeto denunciaste las injusticias que dividen a los hijos de Dios, con la palabra exacta haciendo eco del Evangelio; estando en medio del mundo (siendo sal y luz), defendiendo a aquellos que en nuestra sociedad no tienen voz, aquellos marginados que para Jesucristo son sus predilectos, y que para ti también lo eran.

Como buena maestra, con una gran formación académica; nos enseñaste materias que nos han servido en nuestra vida, pero la asignatura más importante de todas, y la que más nos ha ayudado es: VIVIR DESDE LOS VALORES, APRENDER a vivir desde el respeto, la comprensión, la caridad, el perdón, el amor, los cuales han sido los cimientos para realizarnos como personas de bien, como cristianos en medio del mundo.

Adelantada a tu tiempo promoviste el desarrollo de la mujer, desde la educación y la cultura, y para eso; ayudaste económicamente a algunas familias para que su hija no dejara de estudiar por falta de medios.

Y siempre en silencio, sin que nadie supiera de tus buenas acciones; sembrabas la Buena Noticia con tu sonrisa característica, nutriéndote de la Eucaristía y de la Oración; dónde encontrabas la fuerza para continuar haciendo el bien a tu prójimo.

Nos dejas un gran recuerdo y agradecemos el gran Don que has sido para la Iglesia, la Institución teresiana, tu gran familia y tantas personas que tuvimos la suerte de conocerte. Ya habrás recibido el eterno abrazo del Padre en ese encuentro final, al mirarte cara a cara y con las palabras del Evangelio te habrá recibido: bienaventurada porque tuve hambre y me diste de comer, enfermo o en la cárcel y me visitaste. D.E.P.