El pasado 27 de abril murió mi padre. No estaba enfermo de Coronavirus, pero le tocó tener la misma despedida que los demás que se han ido y se irán por esta enfermedad. Después de 20 años de una larga enfermedad que le cambió la vida de manera radical, ha ido con los años perdiendo autonomía, adaptándose, si eso es posible, a tener que ser alimentado y cuidado por los demás. Él, orgulloso y apuesto, le costó adaptarse a la situación. Sé que hubo mucho momentos en los que sufría, no por dolor sino por verse “inútil”, como él decía. Creó bonitas obras a lo largo de su vida, pero como todo ser humano, de lo que debe estar más orgulloso es de su gran familia.

Ha dejado este mundo a los 94 años, con hijos, nietos y biznietos. Todos le echaremos de menos. Descansa en paz, papá. Que Dios te guarde para siempre.

Tú hija, Sonsoles Ojeda Pizarro.