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Reino Unido

La visita de Trump da un balón de oxígeno a Starmer tras un inicio de curso convulso con llamadas a su relevo

El líder laborista ha logrado desviar el foco mediático de los escándalos de las últimas semanas y rebajar las duras críticas recibidas desde dentro de su propio partido

Donald Trump y Keir Starmer, durante la rueda de prensa que ofrecieron durante su reunión el pasado jueves en Chequers.

Donald Trump y Keir Starmer, durante la rueda de prensa que ofrecieron durante su reunión el pasado jueves en Chequers. / LEON NEAL / DPA / EUROPA PRESS

Lucas Font

Lucas Font

El éxito diplomático de la visita al Reino Unido del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha dado un respiro al primer ministro, Keir Starmer, tras un convulso inicio del curso político. El líder laborista ha logrado desviar el foco mediático de los escándalos de las últimas semanas con un acuerdo que permitirá captar inversiones multimillonarias en el país en los próximos años. El despliegue para recibir al mandatario estadounidense, con la pompa y el boato de la familia real británica incluido, ha permitido al primer ministro anotarse un tanto y rebajar las duras críticas recibidas incluso desde dentro de su propio partido. 

La dimisión de la número dos del Gobierno laborista, Angela Rayner, a principios de septiembre tras reconocer que pagó menos impuestos de los que debía en la compra de una vivienda supuso un primer golpe para Starmer, quien apenas unos días después se vio obligado a destituir a su embajador en Washington, Peter Mandelson, por sus vínculos con el pedófilo Jeffrey Epstein. El escándalo de Mandelson puso contra las cuerdas a Starmer y le obligó a aclarar hasta qué punto conocía la relación del exembajador con el malogrado multimillonario cuando decidió colocarlo en el cargo a finales del año pasado.

A la caída en desgracia de dos personas de su máxima confianza se sumó esta misma semana la salida de Downing Street de Paul Ovenden, uno de los asesores más fieles del primer ministro desde sus años como líder de la oposición, tras salir a la luz unos mensajes ofensivos contra la veterana diputada laborista Diane Abbott, representante del sector más díscolo de su bancada. La dimisión de Ovenden no hizo más que aumentar la indignación de una parte de su partido y avivó las especulaciones sobre un posible reemplazo del primer ministro en caso de producirse una debacle en las elecciones regionales en Escocia y Gales del próximo año. 

Auge de la extrema derecha

Además de los escándalos internos, Starmer también se ha enfrentado a la que ha sido la primera gran muestra de fuerza de una extrema derecha en auge. La manifestación multitudinaria del pasado fin de semana, que congregó al menos a 110.000 personas en las calles de Londres, ha sido un nuevo aviso para el Gobierno laborista, incapaz hasta ahora de dar respuesta al aumento de las llegadas irregulares de inmigrantes a través del Canal de la Mancha y presionado por las administraciones locales de gran parte de Inglaterra para poner fin a los hoteles para solicitantes de asilo, financiados con dinero público.

Este cóctel explosivo, sumado a las dificultades para lograr el ansiado crecimiento económico y a la amenaza de nuevos recortes sociales y subidas de impuestos para hacer cuadrar las cuentas públicas, ha llevado a algunos diputados laboristas a poner encima de la mesa la posibilidad de echar al primer ministro en cuestión de meses. "Downing Street tiene que empezar a mejorar las cosas muy rápidamente, de lo contrario perderán el control de toda esta situación", aseguró uno de ellos esta misma semana al diario 'The Guardian'. "Cuantas más personas pierde Keir a su alrededor, más gente empieza a darse cuenta de que el problema no son ellos, sino él", señaló otro miembro del partido.

Posible reemplazo

Incluso se ha llegado a especular sobre quién podría ser ese reemplazo, con todas las quinielas apuntando al actual alcalde de Manchester, Andy Burnham, perteneciente a la llamada 'soft left' del partido —un sector situado entre el centro moderado y la izquierda más progresista— y una de las voces más críticas con los recortes sociales planteados por la ministra de Economía, Rachel Reeves. Lejos de acallar los rumores, Burnham ha abierto la puerta a un posible regreso al Parlamento británico, algo que le abriría las puertas a una posible sucesión. "Nunca he descartado volver a Westminster. Estoy al tanto de lo que ocurre allí, así que no voy a decir que no", ha asegurado este jueves a la BBC.

Los esfuerzos diplomáticos de Starmer con Trump han logrado rebajar las expectativas, al menos por ahora, pero la situación del Gobierno sigue siendo delicada. Las encuestas siguen colocando al partido del populista Nigel Farage, Reform UK, como primera fuerza con un 32% de la intención de voto y su ventaja sobre los laboristas no para de aumentar. El congreso anual de la formación de Starmer, previsto para finales de la próxima semana, será una nueva prueba de fuego para el primer ministro y una forma de medir hasta qué punto cuenta todavía con la confianza de los suyos para redirigir el rumbo de su Gobierno.

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