Ceremonia en Roma
Así será el funeral del papa Francisco: ritos añejos en el siglo XXI
El pontífice fallecido simplificó los ritos para las muertes de los papas en 2024, pero aun así la ceremonia sigue siendo un detallado rito solemne

Lucía Feijoo Viera
El espectacular funeral para Francisco, que se celebra este sábado en la basílica de San Pedro, será una pieza más de los largos rituales —aun con las modernizaciones de Francisco en 2024— de despedida de la Iglesia católica, principalmente descritos en Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, un volumen que describe con detalle todo momento de las exequias fúnebres de los papas. El guion de este rito con el que la Iglesia rinde honores a su monarca es complejo, sobre todo para aquellos que lo viven desde fuera. Nada se deja al azar, ningún gesto carece de significado por antiguo y remoto que sea. Pero las piezas más importantes en estas prolijas y solemnes exequias son el funeral, seguido por la sepultura del difunto.
Un día antes del comienzo de la misa, el ataúd, que en el caso de Francisco ha estado en exposición pública durante tres largos días, es sellado y el rostro de fallecido se cubre con un velo de seda blanca. Luego, el maestro de la celebración coloca en su ataúd una bolsa que contiene monedas acuñadas por el Vaticano durante su papado y un bote con un rogito, o escritura, que enumera brevemente su vida y su papado.
Luego, el féretro se cierra, en preparación de la misa funeraria. En esta, está previsto que los ritos inicien con una procesión liderada por un sacerdote que lleva una cruz, seguido por el féretro —que cargan los llamados sediarios pontificios— y el clero ordenado. Una vez depositado el féretro, se coloca encima un libro de los Evangelios. A continuación se da inicio a la misa fúnebre. Con ello empiezan los ritos, que se dividen en Ritos Initiales, Liturgia Verbi, Liturgia Eucharistica, Ritus Communionis, y Ultima Commendatio et Valedictio, con la lectura de los nombres de 73 santos y una súplica final de las Iglesias orientales, según el rito bizantino. Tras ello, el cadáver es trasladado hasta el sitio del entierro.
Y allí el funeral continúa, con el canto de cuatro antífonas y lecturas de más salmos, invocaciones a Dios y la aposición en el ataúd —en el caso de Francisco, de madera— de los sellos del cardenal camarlengo, de la Prefectura de la Casa Pontificia, de la Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice y del Capítulo Vaticano. Todo ello antes de que el ataúd sea colocado, en un acto privado, en su tumba y bendecido.
Con todo, en el caso de Francisco, algún molde sí se ha roto. En un reflejo de su papado, las exequias del Papa prevén la especial participación en la ceremonia también de representantes de personas transgénero, vulnerables y presos. Ellos han sido los elegidos para dar la bienvenida al ataúd de Francisco en la basílica de Santa María la Mayor, en su último viaje terrenal.
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