Análisis
Sánchez abandera el acercamiento de la UE hacia China como contraposición a Trump
El presidente se reúne este viernes con el presidente chino Xi Jimping
Washington se ha quejado por la posición española

El presidente chino, Xi Jinping, y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, caminan por Pekín junto a dos asesores, en septiembre de 2024. / EP

Con China, la Unión Europea intenta soplar y sorber a la vez. Bruselas ha retorcido el lenguaje hasta desvirtuar su sentido a la hora de definir cómo debe ser su relación con el gigante asiático. China es “simultáneamente” un “socio”, un “competidor” y un “rival sistémico”, se lee en “UE-China: Una perspectiva estratégica”, el texto con el que la UE fijó postura hacia China.
“Socio negociador”, por ejemplo, en la lucha contra el cambio climático. “Competidor económico”, porque es una potencia exportadora de tecnología barata, incluidos los coches eléctricos o los paneles solares. Y “rival sistémico en la promoción de modelos alternativos de gobernanza”, porque es una dictadura represiva, que lidera por enésimo año consecutivo el ránking de aplicación de la pena de muerte y detención de disidentes, según acaba de publicar Amnistía Internacional.
Cuentan fuentes europeas a este diario que el embajador chino en Bruselas comparaba esta posición imposible con un semáforo que está a la vez en rojo, ámbar y verde.
Así que, ¿cómo tratar a China? “Se requiere un enfoque flexible y pragmático de la UE que permita defender nuestros intereses y valores”, se lee en el citado documento de posicionamiento.
Sánchez, puente entre China y la UE
Pedro Sánchez viaja a China este viernes, y va a hacer uso de esa ambigüedad de la UE. Se reunirá, por tercera vez en dos años, con el todopoderoso presidente de la República Popular, Xi Jinping. El presidente español quiere abanderar el polo diplomático europeo que pide más relación con el país, especialmente ahora que Estados Unidos ha roto la relación trasatlántica.
“Ahora mismo, España es una de las grandes puertas de entrada de China en la Unión Europea, dentro de los países importantes. Francia es más proteccionista, y Alemania más atlantista”, explica a este diario una fuente del Parlamento Europeo. “Hay muchas voces que dicen que hay que recalibrar la relación con China tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca”.
Hay riesgos en esta postura. Para empezar, las posibles represalias de Estados Unidos hacia España si se nos califica en Washington como muñidor de relaciones Bruselas-Pekín. El secretario del Tesoro de EE.UU, Scott Bessent, ha criticado este miércoles que Sánchez haya sugerido que tal vez España deba acercarse a China ante el proteccionismo comercial de la Administración Trump". "Eso sería como cortarse el cuello", ha añadido.
Otro riesgo es que China no es un socio comercial de fiar. China exporta mucho, pero importa poco, y crea un desequilibrio comercial enorme. Para España, el 60% de su déficit comercial exterior es con China. El gigante asiático importa cada vez un poco menos, y no más, de la UE: compra unos 250.000 millones de euros frente a los 400.000 millones que exporta. Los chinos, 1.400 millones de personas, uno de cada seis habitantes del planeta, siguen sin ser una nación de grandes consumidores.
“Parece que la idea del presidente español es la de que la UE reinicie la relación con China, un acercamiento a Pekín. España es el único país grande de la UE en el que China puede influir. Desde luego, no van a ser ni Merz [canciller alemán], ni Macron [presidente francés] ni Meloni [primera ministra italiana] los que lo hagan. Pero yo creo que intentar mover a la UE hacia China es una apuesta arriesgada y no necesariamente cargada de beneficios”, asegura, en conversación con El Periódico, Alicia García Herrero, directora jefe de economía para Asia-Pacífico en el banco de inversión Natixis. “Sánchez pretende recibir a cambio inversión china para fábricas de baterías y coches eléctricos, pero eso es muy complicado si la UE mantiene sus aranceles al gigante asiático”.
El "mejor amigo" de China en la UE
España siempre ha sido definido en Pekín como el mejor amigo de China dentro de la Unión Europea. Eso llevan décadas repitiendo los políticos chinos a los entregados oídos de los presidentes españoles que han acudido a Pekín, ya fueran José Luis Rodríguez Zapatero (cinco visitas a China en siete años), Mariano Rajoy (tres visitas en siete años) o Pedro Sánchez (tres visitas en seis años, la mitad de ellos con el país cerrado por pandemia).
España fue el primer país que levantó las sanciones económicas a China tras la matanza de estudiantes de Tiananmen de 1989 por parte del Gobierno del Partido Comunista; fue el español Juan Antonio Samaranch quien devolvió al país a la familia olímpica; y, en 2014, se derogó el principio de justicia universal para acabar con la orden de detención de líderes chinos denunciados en España. Más recientemente, Sánchez hizo de ariete en Bruselas a finales del año pasado para tratar de que se suspendieran los aranceles europeos al coche eléctrico chino, algo que no consiguió.
“España sigue siendo el mejor amigo de China en la UE, y China sigue pagando a España (aunque quizá no tanto como debiera) con jugosas inversiones, como por ejemplo las de las empresas Envision o CATL”, opina Alberto Lebrón, doctor en economía política por la Universidad de Pekín. El año pasado, Envision Energy y el Ministerio de Industria firmaron un compromiso de invertir 1.000 millones de dólares, junto con otros socios empresariales, para el desarrollo en Extremadura de una planta de producción de electrolizadores en España. Por su parte, la china CATL y la holandesa Stellantis anunciaron un acuerdo para invertir hasta 4.100 millones de euros para fabricar baterías de litio hierro fosfato (LFP) a gran escala en Zaragoza.
“Hemos pasado de un distanciamiento importante tras años de aislamiento de China por su política de covid cero y luego por la invasión rusa a Ucrania, un tiempo en el que adoptó el papel de rival sistémico, a la situación actual, en la que vuelve a ser un socio, tres visitas de Sánchez después”, añade Lebrón. “España ayuda políticamente a China en Europa. Pekín ve ahora al expresidente Rodríguez Zapatero como un activo para conectar al país con América Latina, Marruecos y la Unión Europea”.
Rebajar aranceles a China
Donald Trump lanzó este miércoles una guerra comercial mundial total, con aranceles que se cebaron especialmente con China. Los importadores estadounidenses deberán pagar un recargo del 104% al precio de todos los productos que compren del país asiático. La intención de Trump es que la producción se traslade desde el país asiático a Estados Unidos. El golpe para la economía global tiene pocos precedentes. Las bolsas han encajado sus mayores pérdidas desde la pandemia de 2020. China ha asegurado que no se va a achantar, y ha respondido con aranceles recíprocos del 84%.
Sánchez no está solo en ese realineamiento. La presidenta de la Comisión Europea, que había endurecido su discurso contra China en los últimos años, dio un giro inesperado en su discurso en Davos el pasado mes de enero. En medio de las bravatas de Trump y Elon Musk contra la UE, Ursula Von der Leyen ofreció a China reconducir las relaciones con la Unión Europea.
Es ahí donde España puede desempeñar un papel puente para el Partido Comunista Chino: un país grande, con potencia de voto en los temas que exigen mayoría cualificada (de población y número de países) y de veto.

31/03/2023 Pedro Sánchez con Xi Jimping durante su primer viaje a China. / POOL MONCLOA/BORJA PUIG DE LA BE
“España ha intensificado la diplomacia económica hacia China. Pedro Sánchez ha desempeñado un papel activo en promover el diálogo y la mediación entre la UE y China”, aporta Julio Ceballos, consultor de desarrollo en China y autor del libro sobre el país asiático ‘El calibrador de estrellas’. “Las visitas de Sánchez reflejan un enfoque pragmático y oportunista. Busca estrechar la relación bilateral mientras defiende los intereses de España en el marco de la UE. Nuestra debilidad estructural en términos de balanza comercial y el claro interés de España por atraer inversiones chinas en sectores tecnológicos estratégicos (como la nueva movilidad o las energías renovables), hacen que España pueda operar como un moderador estratégico entre posturas europeas antichinas y facciones prochinas dentro de la UE, siempre que quien juegue estas cartas entienda cómo manejarse con China”.
Para el autor, los principales riesgos están ahora en las represalias que pueda llevar adelante China ante las políticas de la UE. En particular, la posible imposición de aranceles sobre el cerdo, el vino u otros productos agroalimentarios. Además, la competencia en sectores como la automoción, con la creciente presencia de vehículos eléctricos chinos, podría generar fricciones adicionales. Y todo en medio del escenario global más turbulento en décadas.
China - España en cifras
En 2024, China vendió a España productos por valor de 45.174 millones de euros. Sobre todo, coches y paneles eléctricos, teléfonos móviles u ordenadores portátiles. Nuestro país colocó allí solo 7.467 millones, según la Fundación Consejo España China, sobre todo en textiles y equipo de oficina. La balanza está muy desequilibrada en favor de China. Supone el 61% del déficit comercial total de España con el mundo. Y la tasa de cobertura, el porcentaje del valor de las importaciones que se paga con las exportaciones, es bajísima: un 16%.
Las inversiones bilaterales han crecido significativamente en la última década, aunque los flujos siguen siendo muy reducidos en comparación con el tamaño de sus respectivas economías y con un elevado desequilibrio. España invierte en China algo más de 3.307 millones (datos de 2020), sobre todo en servicios financieros, automoción, maquinaria industrial y bienes de consumo, según el Ministerio de Exteriores. China invirtió en España 10.826 millones, concentrada en suministro de energía eléctrica.
Hay unas 600 empresas españolas implantadas en China, como Inditex, Roca, Gamesa, Técnicas Reunidas, Caixabank, BBVA y Banco Santander.
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