Clima extremo
Vientos de Santa Ana, sequía, calor y cambio climático: el cóctel detrás de los devastadores incendios de Los Ángeles
Los fuegos ya queman el equivalente a cinco campos de fútbol por minuto, una cifra que demuestra la voracidad sin precedentes a la que se están expandiendo las llamas
Valentina Raffio
El cambio climático por sí solo no es el causante de los incendios pero, tal y como apuntan innumerables estudios científicos, el avance de este fenómeno está convirtiendo a los fuegos en algo mucho más voraz, intenso y difícil de extinguir que antaño. Las imágenes que se están registrando en estos momentos en Los Ángeles (California) son el ejemplo más claro de ello. Factores como la presencia de vientos, la sequía extrema del terreno y las temperaturas anómalamente altas que se registran en la región no solo están alimentando las llamas sino que, además, están contribuyendo a que se expandan a una mayor velocidad y que se conviertan, en palabras de Ariel Cohen, meteorólogo del Servicio Meteorológico Nacional de Los Ángeles, en "el mayor incendio de la historia de Los Ángeles". Se estima que las llamas están quemando alrededor de cinco campos de futbol al minuto.
Los estudios más exhaustivos realizados hasta la fecha sobre la cuestión confirman que en estos momentos ya hemos entrado en la era de los "megaincendios" o incendios de sexta generación, unos fenómenos mucho más extremos y difíciles de apagar. En el caso concreto de California, además, también se ha observado un cambio en la temporalidad de los incendios. "El cambio climático está reconfigurando los regímenes, los patrones característicos de los incendios forestales en la zona. Antes la temporada de riesgo era el verano, mientras que ahora sabemos que pueden producirse durante todo el año", explica Kimberley Simpson, investigadora de la Escuela de Biociencias de la Universidad de Sheffield, en declaraciones a Reuters.
Aún no se ha determinado con exactitud el origen de los primeros fuegos que han brotado en Los Ángeles. Pero lo que sí está claro es que su expansión se está acelerando, sobre todo, por la presencia de los vientos cálidos que circulan en la zona. Este fenómeno se conoce como los vientos de Santa Ana y suele darse en los meses más fríos del año, provocando fuertes ráfagas que soplan desde el interior del desierto hacia el sur del estado. Según explican los expertos, su carácter seco y cálido está reduciendo la cantidad de humedad disponible en la atmósfera y, de esta manera, está creando un entorno donde las llamas se expanden con mayor facilidad.
En el pasado, los vientos de Santa Ana ya han alimentado algunos de los peores incendios de California. En esta ocasión, se estima que las las rachas han alcanzado los 129 kilómetros por hora, llegando incluso a los 161 kilómetros por hora en algunas zonas montañosas de Los Ángeles. En las imágenes aéreas se puede ver con claridad cómo el viento empuja las llamas y expande la mancha del incendio en la región.
Según reportan varios expertos locales en declaraciones a la agencia Reuters, los actuales incendios también están siendo amplificados por lo que llaman un episodio de "onda de montaña", un fenómeno que genera ráfagas huracanadas al cruzar las cumbres de las montañas y descender hacia las áreas costeras. "Cuando esas condiciones se alinean perfectamente, se comportan como una ola en el océano, cuando los vientos fluyen sobre las montañas y luego se estrellan contra el otro lado, aumentando la fuerza del viento", explica el científico Paul Schlatter del Servicio Meteorológico Nacional en Boulder, Colorado.
Una episodio similar ocurrió durante el incendio Marshall de Colorado, que avanzó rápidamente, el 30 de diciembre de 2021, y que en ese caso fue avivado por ráfagas de hasta 185 kilómetros por hora y acabó arrasando con miles de hogares y negocios antes de ser apagado por la nevada de la noche siguiente. También se cree que las tormentas de nieve de esta semana sobre las montañas de San Bernardino, aproximadamente a dos horas en coche desde Los Ángeles, podrían estar contribuyendo a la dinámica regional del viento.
Otro de los factores clave para explicar la gravedad de los incendios de California es la sequía que en los últimos meses ha asolado el territorio. En los últimos dos inviernos, la región ha sufrido episodios de intensas lluvias. Pero este año la dinámica ha cambiado y la escasez de lluvias ha dejado a toda la vegetación seca y, por lo tanto, mucho más susceptible al fuego y, a su vez, ha reducido drásticamente las reservas de agua que a las que acudían los bomberos en caso de emergencia. Según explica el científico especializado en clima Daniel Swain a 'The Guardian', muchas partes del sur de California están viviendo uno de sus períodos más secos de los últimos 150 años.
Según apuntaba un reciente artículo publicado en la revista científica 'Nature', los suelos que sufren sequías prolongadas "se convierten en combustible" y hacen que los fuegos lo tengan más fácil para propagarse incluso durante las noches. Históricamente, los fuegos solían apaciguarse durante las horas sin luz debido al descenso de las temperaturas y al aumento de la humedad ambiental. Pero ahora, debido al cambio climático, las condiciones de sequía y de calor ambiental extremo están produciendo el efecto contrario y avivando más las llamas.
Un análisis de la World Weather Atrribution, una de las principales plataformas del mundo dedicadas al estudio de la relación entre estos fenómenos y el cambio climático, apunta a que "el cambio climático ha aumentado la probabidad de que broten incendios a lo largo de la costa oeste de Norteamérica, desde Alaska hasta California". También se ha detectado un aumento del riesgo de que, en caso de incendio, el área quemada sea mayor de lo que hasta ahora era habitual. Los estudios de atribución apuntan a que entre 1984 y 2015, más de 4 millones de hectáreas de zona incendiada en Norteamérica han estado directamente atribuidas al cambio climático.
Más allá de las cuestiones climáticas, los expertos inciden en que también hay otros factores 'humanos' que están favoreciendo la expansión de las llamas. El paisaje urbano densamente poblado de Los Ángeles, por ejemplo, es otro catalizador del fuego, pues incluye material inflamable con cables eléctricos colgantes, postes telefónicos de madera y casas construidas con madera de acuerdo con los códigos sísmicos.
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