Diplomacia

La presidencia española de la UE con Sánchez en campaña o en funciones genera incertidumbre

El Gobierno asegura que se va a mantener la agenda sin cambios, a pesar del adelanto electoral

El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, en el acto ‘El futuro de la autonomía estratégica de la UE’ organizado por la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia, en el Ministerio de Exteriores, a 6 de febrero de 2023, en Madrid (España).

El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, en el acto ‘El futuro de la autonomía estratégica de la UE’ organizado por la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia, en el Ministerio de Exteriores, a 6 de febrero de 2023, en Madrid (España). / Eduardo Parra / EUROPA PRESS

Mario Saavedra

Tras las elecciones del 10 de noviembre de 2019, pasaron dos meses antes de que Pedro Sánchez fuera elegido presidente y formara un ejecutivo. Y eso gracias a que el pacto con Pablo Iglesias para formar un Gobierno de coalición fue rápido. En los comicios anteriores de abril no se consiguió, y Sánchez se mantuvo en funciones durante siete meses. Ahora, tras el adelanto electoral por sorpresa al 23 de julio, las cancillerías europeas se preguntan cómo de claro será el resultado y cuánto tardará en formarse gobierno. Esta duda está presente en los telegramas de urgencia que han mandado esta semana algunas embajadas a sus capitales. Tienen la mente puesta en la presidencia del Consejo de la Unión Europea, que desde el 1 de julio ejercerá Pedro Sánchez. Parte de la energía la dedicará forzosamente a la campaña electoral, y luego desempeñará su cargo en funciones. 

Durante el mes de julio,

se calzará tres gorras: la de presidente del Gobierno, la de secretario general de un PSOE en campaña, y la de presidente del Consejo de la Unión Europea. Para llevar a cabo este último cometido debe dar impulso a unos objetivos que él determina (prioridades, en la jerga bruselense). La neutralidad que se le asume al presidente del Consejo choca con la politización propia de una campaña, y eso puede limitar el impulso a la agenda europea en ese primer mes.

En agosto, Sánchez estará ya en funciones. Las nuevas Cortes se formarán el 17 de ese mes. Antes de finales de agosto no habrá gobierno. Otro mes de los seis de la presidencia con las manos atadas. En el escenario optimista, septiembre arrancaría con el nuevo Ejecutivo ya nombrado. En el peor, seguirían las negociaciones para tratar de encontrar la mayoría para nombrar un presidente. Tercer mes y ecuador de la presidencia de turno española.

En octubre es el plato fuerte de la presidencia: la mega-cumbre de Granada, que juntará en la Alhambra a los 27 líderes de la Unión, por un lado (consejo informal de la UE), y a los de la Comunidad Política Europea (los 45 países del viejo continente) por otro. Si hay cambio de Gobierno, Alberto Núñez Feijóo se estrenaría con una gran foto de impacto internacional. Es posible que venga presencialmente el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Y en el Consejo de Granada se espera que se haya producido ya la esperada contraofensiva ucraniana, que muchos toman como referencia para ver si la balanza se desequilibra a favor de alguna de las partes en conflicto y la otra está más predispuesta a sentarse a negociar. Un escenario en el que la UE tendrá mucho que decir. 

Prioridades elegidas por Sánchez

El resto de las prioridades también exigen de un presidente del Consejo fuerte y con iniciativa política. Sánchez ha perfilado que sus prioridades serán el impulso a las interconexiones energéticas, la reforma del mercado eléctrico europeo, la reforma fiscal de la UE o la definición de la autonomía estratégica, entre otros asuntos. Al ser objetivos de nación, y muy genéricos, no comprometen a un eventual sucesor en el cargo. Los detalles, sí. 

Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados.

Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados. / José Luis Roca

También hacen falta equipos formados y con experiencia, no ministros recién llegados a sus carteras. En septiembre, si hay cambio de Gobierno y los plazos postelectorales son rápidos, parte de los organismos que se ha formado para sacar adelante la presidencia debería cambiar: desde el Comité Organizador, presidido por el ministro de Exteriores, José Manuel Albares; a la Oficina de Coordinación, que depende de Presidencia y cae orgánicamente bajo el ministerio de Félix Bolaños.

Los temores expresados por las fuentes diplomáticas consultadas nunca apuntan a las cuestiones de logística o de organización. La presidencia española de la Unión incluye más de dos docenas de grandes citas distribuidas por toda la geografía española: reuniones de ministros de los 27 (desde Albacete a Santiago de Compostela, de Las Palmas a Barcelona) o la cumbre informal de jefes de Estado o de Gobierno de Granada. Pero en estas citas, que llevan muchos meses preparándose, está todo pautado. Hay poco margen para el error. El 6 y 7 de julio, justo cuando comienza el período de campaña electoral, por ejemplo, Sánchez recibirá a Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, y al colegio de comisarios europeos. 

Sin cambios en la presidencia de la UE

Fuentes del Gobierno descartan el cambio de ninguna de las fechas previstas. El calendario de la presidencia, que adelantó El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica, se mantiene. Así se le ha garantizado a Thérèse Blanchet, secretaria del Consejo de la UE y máxima encargada de verificar los trabajos de las presidencias rotatorias. El trabajo sigue y todo fluirá como se ha planificado, se le dijo este martes durante una visita a España pocas horas después del inesperado anuncio electoral. Se reunió con el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, y con la coordinadora para la presidencia, Aurora Mejía. Blanchet subrayó la importancia de la presidencia española, habida cuenta de que se trata de una “de cierre”, es decir, la última antes de las elecciones europeas. Hay que cerrar los dosieres abiertos más importantes. 

Desde la diplomacia española aseguran también que la presidencia está perfectamente preparada. Es un proyecto de país que incluye a todas las comunidades autónomas, a las fuerzas políticas de Congreso y Senado, y que cuenta con la participación de la sociedad civil, apuntan. Y recuerdan que no es la primera vez que se da la circunstancia de unas elecciones en un estado miembro.

El presidente francés, Emmanuel Macron, se enfrentó no a uno sino a dos procesos electorales en medio de su presidencia de la UE: unas elecciones presidenciales (dos vueltas) y unas legislativas (también con dos vueltas). No hubo vuelco electoral. Las fuentes consultadas recuerdan una diferencia sustancial: aquellas estaban programadas; estas han sido por sorpresa. Y dan detalles del impacto que, en cualquier caso, tienen los procesos electorales sobre la acción política de la presidencia. Para empezar, se comunica menos y con más discreción. De nuevo, la presunción de neutralidad limita el ímpetu político y el sello personal o ideológico al puesto.