Reunión en Reikiavik

Ucrania reactiva el aletargado Consejo de Europa desde la estratégica Islandia

La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, es recibida por la jefa de Gobierno de Finlandia y anfitriona de la cumbre del Consejo de Europa, Katrin Jakobsdottir.

La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, es recibida por la jefa de Gobierno de Finlandia y anfitriona de la cumbre del Consejo de Europa, Katrin Jakobsdottir.

Marina Ferrer

El Consejo de Europa, una macroorganización algo desplazada de la agenda internacional, abrió este martes la cuarta cumbre de sus 70 años de historia, en la remota y estratégica Islandia y con Ucrania como motor de su activación.

El puntal de la agenda de Reikiavik es la creación de un "registro" de crímenes de guerra cometidos por Rusia en Ucrania. "La rendición de cuentas es un requisito previo para la paz", afirmó a su llegada a la capital islandesa von der Leyen, en una rueda de prensa con la primera ministra islandesa, Katrina Jakobsdóttir.

Es un objetivo tan ambicioso como ambiguo, pero que encaja en la razón de ser del Consejo de Europa: la defensa de los derechos humanos y la promoción de la democracia, o la denuncia de los estados que los vulneran. Sus resoluciones o condenas no siempre son tenidas en cuenta por sus propios estados subscriptores, como ha ocurrido repetidamente con Turquía, pero también con el Reino Unido.

El registro de los crímenes de guerra cometidos por Rusia es una apuesta de futuro para el Consejo. Ahí deberán quedar reflejados tanto sus responsables como sus víctimas para una rendición de cuentas futura, de acuerdo a los propósitos expresados por Islandia.

País estratégico

Previa a la llegada de los líderes, la secretaria general del Consejo, Marija Pejcinovic Buric, había calificado de "vital" que Rusia sea hecha responsable de la "muerte" y "destrucción" causada por la invasión.

El Consejo de Europa llevaba casi 20 años sin convocar a una reunión entre sus líderes –la última fue en 2005, en Varsovia–. Ahora ha desplazado a Reikiavik a los líderes -o representantes de alto nivel, como el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares- de sus 46 estados miembros, entre ellos, los 27 socios de la Unión Europea (UE). Rusia quedó excluida el año pasado a raíz del inicio de la invasión, que el Consejo condenó como una "guerra de agresión".

Que justamente la cumbre se celebre en Islandia –miembro de la OTAN, pero no de la UE– le da una relevancia especial. Es el país europeo geográficamente más remoto, pero altamente estratégico en lo político, energético y económico. En el pulso por el dominio del Ártico se lo han disputado como socio preferente tanto Estados Unidos como China o, hasta la guerra ucraniana, por Rusia.

Preámbulo del G7

A la cita en la capital islandesa acuden el presidente francés, Emmanuel Macron; el canciller alemán, Olaf Scholz; la primera ministra italiana, Giorgia Meloni; el premier británico, Rishi Sunak, y la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen. Es decir, varios de los líderes con los que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, se ha reunido durante su reciente gira europea.

Tiene, además, cierto carácter de preámbulo de la del G7, que esta semana reunirá en Hiroshima a los de las siete potencias -Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Italia y Alemania, además de Japón, que ejerce su presidencia de turno-.