Elecciones presidenciales en EEUU

Biden lanza oficialmente la candidatura para 2024

El anuncio coincide con el cuarto aniversario exacto del lanzamiento de su candidatura en 2019

Joe Biden anuncia oficialmente que se presentará a la reelección

Agencia ATLAS

Idoya Noain

Hace tiempo que estaba claro que la candidatura de Joe Biden para buscar la reelección en 2024 como presidente de Estados Unidos no era tanto cuestión de si lo haría sino de cuándo, pese al amplio número de estadounidenses que cuestionan o directamente rechazan la idea por su edad (80 años actualmente). El momento ha llegado.

Este martes se ha lanzado un vídeo que oficializa su candidatura. Aunque el paso en principio y según fuentes del equipo de Biden no alterará de forma inminente su agenda, sí permitirá poner a funcionar toda máquina la operación de organización de su campaña y, tan importante o más aún, la de recaudación de fondos. Y permite avistar un duelo que, aunque está a más de 18 meses vista, a día de hoy se plantea como la reedición del que libró en 2020 contra Donald Trump, pues el expresidente es ahora el favorito para hacerse con la nominación republicana, y a mucha distancia de rivales anunciados o potenciales como el gobernador de Florida Ron DeSantis, cuya campaña aún oficiosa está perdiendo fuelle y viendo polémicas y fugas de respaldos y donantes .

Una fecha señalada

La fecha de este martes la adelantaron la semana pasada varios medios de comunicación citando fuentes del equipo del presidente. Cobra sentido en el caso de Biden, un hombre algo supersticioso, pues coincide con el cuarto aniversario exacto del lanzamiento de su candidatura en 2019. En aquel caso la realizó también con un vídeo y lo hizo en un día en que, como hoy, el demócrata tiene en la agenda una intervención en un local sindical.

Igual que entonces, además, un anuncio este martes volvería a subrayar también la diferencia con Trump que ya en la anterior campaña presidencial se hizo señal de la marca y propuesta central de Biden. Porque este martes arranca en Nueva York con la selección de un jurado el juicio civil por violación y difamación que planteó en una demanda E. Jean Carroll contra el republicano, imputado este mes por delitos vinculados a la ocultación de los pagos para silenciar a Stormy Daniels y con otras investigaciones judiciales en su contra. 

Octogenario

Biden llega a este momento con bajos índices de popularidad: solo 42,6 de aprobación en la media de encuestas que mantiene Real Clear Politics. Numerosos sondeos han ratificado además el rechazo a su candidatura con la edad como uno de los factores centrales para cuestionar que opte a la presidencia un político que llegaría a la reelección con 82 años y completaría su segundo mandato con 86. En uno reciente de NBC, por ejemplo, el rechazo general era del 70%, y del 51% entre votantes de demócratas. Trump tiene 76 años.

Son consideraciones que Biden, su equipo y sus aliados han minimizado, contrastando las críticas a su edad con sus acciones de gobierno. Y juegan además con un factor de fuerza considerable: a diferencia de lo que sucedió con George Bush padre, Jimmy Carter y Gerald Ford, presidentes recientes de un solo mandato, Biden no enfrenta la posibilidad de un reto interno serio en primarias de su propio partido para conseguir la nominación.

Aunque cuando llegó a la Casa Blanca lo hizo presentándose como un líder de transición a una nueva generación, y no faltaron voces dentro del partido demócrata que abogaron por ese relevo generacional, no queda ahora prácticamente un atisbo de disenso. Ni la vicepresidenta Kamala Harris, ni otros potenciales aspirantes como Pete Buttigieg o incluso Bernie Sanders, parecen dispuestos a abrir brechas que podrían tener consecuencias en las elecciones.

Especialmente después de los resultados mejor de lo esperado en las elecciones legislativas de noviembre, además, Biden es visto como garantía de “estabilidad” incluso por congresistas progresistas como Jamal Bowman. Ese sector más progresista, no obstante, también mira con recelo pasos recientes hacia el centro que ha dado el presidente en materias como inmigración o dando luz verde a unas perforaciones en Alaska, en un claro esfuerzo por buscar votantes republicanos moderados o independientes.

Pros y contras

Biden se verá lastrado por acciones problemáticas de su gobierno como la caótica retirada de Afganistán, por la situación económica aún marcada por la inflación, o por la investigación a su manejo de documentos clasificados tras su época de vicepresidente y senador, menos grave que la que enfrenta Trump por esa misma cuestión pero complicada en cualquier caso.

En su reciente viaje a Irlanda, no obstante, Biden mostraba un renovado “sentido de optimismo” ante lo que piensa que aún puede conseguir y es cierto que su campaña tendrá también puntos fuertes. Puede exponer logros de sus primeros años en la Casa Blanca, con legislación aprobada para inversión en infraestructuras, cambio climático, atención sanitaria o la alianza internacional para respaldar a Ucrania ante la guerra de invasión lanzada por Rusia. Y puede apoyarse también en la movilización ciudadana que ha respaldado a los demócratas en elecciones después de que el Tribunal Supremo el año pasado derogara la protección constitucional del derecho al aborto.

Biden además nunca ha abandonado y solo ha reforzado su mensaje de ataque al ala más radical del Partido Republicano que representan Trump y el movimiento MAGA (Make America Great Again), aún la fuerza dominante en la formación conservadora y un factor que sigue unificando como nada a los demócratas. Y el choque con los republicanos va a quedar expuesto con especial intensidad en los próximos meses, conforme se libran negociaciones para subir el techo de la deuda, para lo que los conservadores exigen recortes de gasto que tocarían a populares programas y que pueden asomar al país (y a la economía global) a un abismo económico.

A partir de ahora

Biden personalmente no tiene prisa por meterse en la harina de una campaña. De momento tiene previsto en mayo un viaje a Japón y Australia donde podrá poner el foco también en sus esfuerzos para confrontar a China. Y según fuentes de su equipo tardará meses en participar en mítines o actos puramente electorales.

Estrategas demócratas como Mark Longabaugh han opinado que hacer el anuncio “simplemente es bueno para que el partido sea definitivo sobre ello”. Y además oficializar la candidatura permite empezar la vital recaudación de fondos. Este mismo viernes están convocados en Washington a una reunión donantes que en la anterior campaña recaudaron o aportaron un millón de dólares o más.

Biden además podrá formar el equipo que se encargará de esa campaña, un trabajo para cuya dirección se especula que podría contar con Julie Chávez Rodríguez, la nieta del histórico activista laboral César Chávez. Y se da por sentado que en esa campaña contará con muchos de sus aliados más cercanos, como Mike Donilon, su principal asesor político; Anita Dunn, al frente de sus comunicaciones; el asesor legal Steve Richetti; Ron Klain, que fue su jefe de gabinete o Jen O’Malley, que dirigió la campaña de 2020.