Francia

Macron intenta pasar página del pulso por las pensiones

El presidente francés promete concentrarse en materia de trabajo, servicios públicos, ecología, seguridad y lucha contra la inmigración clandestina

Macron tiende la mano a los sindicatos y propone un nuevo pacto social.

Vídeo: AGENCIA ATLAS Foto: Agencias

Enric Bonet

Cambio en las formas, pero no en el fondo. Un poco de autocrítica por la indignación suscitada por su reforma de las pensiones, pero ninguna variación significativa en sus políticas. El presidente francés, Emmanuel Macron, hizo este lunes por la tarde su primera intervención pública tras la promulgación el pasado fin de semana de la impopular subida de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años (con 43 años cotizados para recibir una pensión completa). Un discurso destinado a pasar página de una de las peores crisis de su presidencia. ¿Lo conseguirá? No está nada claro, teniendo en cuenta la firme voluntad del dirigente centrista de mantener su contestada línea política, además de las primeras reacciones escépticas tras su discurso.

Macron reconoció que la reforma generó el rechazo de la mayor parte de la ciudadanía de su país. “¿Esta reforma ha sido aceptada? Es una evidencia que no”, aseguró el presidente en un discurso televisivo desde el Elíseo, retransmitido a las ocho de la tarde. Eran sus primeras palabras en público después de que el equivalente francés del Tribunal Constitucional validara el viernes por la tarde la polémica subida de la edad legal de jubilación. Afirmó que “nadie puede ser sordo” ante la “cólera” de los franceses. A diferencia de su entrevista del 23 de marzo, esta vez se mostró menos desafiante y más conciliador. Pero en el fondo insistió en el mismo mensaje: aplicar su proyecto y no modificarlo en función de las protestas.

El dirigente centrista no parece dispuesto a hacer concesiones significativas ante la indignación liderada por los sindicatos, como sí hizo durante la revuelta de los chalecos amarillos hace cuatro años, cuyas protestas fueron menos multitudinarias, pero más violentas. Esta vez, juega con la ventaja de que no se enfrentará a corto plazo al examen de las urnas —las próximas elecciones previstas en Francia son las europeas del año que viene—. Tampoco está en juego su reelección, puesto que no podrá presentarse en las presidenciales de 2027 debido a la limitación constitucional de dos mandatos.

Reforma laboral y lucha contra la inmigración

A pesar de ello, el presidente quiere pasar página de este trimestre anti-Macron que se ha vivido en Francia. Quiere recuperar la iniciativa, aunque no le resultará fácil. Para ello, prometió que su Gobierno se concentrará en los próximos meses en una nueva reforma laboral, en “anuncios fuertes” en la lucha contra la inseguridad y la “inmigración clandestina” —por ejemplo, con la contratación de 10.000 magistrados o agentes o la creación de 200 brigadas de policía— o la presentación de medidas sobre la “planificación ecológica”. También hizo promesas nobles, pero poco concretas, sobre la necesidad de convertir la educación pública en “una de las mejores de Europa” o que los servicios de urgencias en los hospitales “dejen de estar saturados antes de finales de año”.

Respecto a la futura reforma laboral, dijo querer abrir “sin ningún límite y sin ningún tabú” negociaciones “sobre cuestiones esenciales, como mejorar los ingresos de los asalariados, hacer progresar las carreras o una mejora de las condiciones de trabajo”. Esta medida también incluirá la obligatoriedad de trabajar o formarse durante 20 horas semanales a todos aquellos que cobren el equivalente del ingreso mínimo vital. La negociación de esta medida se augura complicada. Tras haberse negado a reunirse con ellos durante el pulso por las pensiones, el presidente propuso a los dirigentes sindicales de recibirlos este martes en el Elíseo. Pero estos rechazan cualquier encuentro hasta pasado el 1 de mayo. De momento, solo podrá reunirse con la patronal.

Caceroladas delante de los Ayuntamientos

“No ha habido nada de concreto”, lamentó Laurent Berger, secretario general de la CFDT, el sindicato francés con un mayor número de afiliados. “Esta declaración podría haber sido hecha por ChatGPT”, criticó Sophie Binet, la nueva líder de la CGT. Antes de su intervención, ya no había una gran expectación en la opinión pública de que sirviera para calmar los ánimos. Un 90% de los franceses no creían que las palabras del presidente servirían para apaciguar las tensiones, según un sondeo de la cadena BFM TV. Tras el pulso por las pensiones, casi un abismo separa al presidente de una parte considerable de los franceses.

El colectivo altermundialista Attac convocó caceroladas delante de los Ayuntamientos en más de 280 localidades a la misma hora del discurso presidencial. En el caso de Marsella y Dijon, la policía prohibió las respectivas concentraciones y amenazó con multas a los que desafiaran esa decisión. Una de estas protestas delante del Ayuntamiento del distrito X de París (centro-este) desembocó en disturbios urbanos, con manifestantes incendiando contenedores de basura en la calle.

Tras la validación de la reforma de las pensiones el viernes por la tarde, Macron no vaciló y firmó su decreto de aplicación pocas horas después. Fue publicado en el diario oficial durante la madrugada del sábado. Entrará en vigor, de manera progresiva, el 1 de septiembre. Representó una decisión “vergonzosa”, criticó Binet, al frente desde finales de marzo del segundo sindicato del país vecino. 

Después de tres meses de multitudinarias protestas —las más masivas en este siglo XXI en el bullicioso país vecino—, los sindicatos concentran ahora sus esfuerzos en el 1 de mayo. Quiere convertir el Día del Trabajador en una “marea popular”. A pesar de haberse terminado el capítulo sobre la edad de jubilación, el pulso entre Macron y la calle continúa.