Guerra en Ucrania

Tanques hinchables: la táctica con la que Ucrania podría estar engañando a Rusia

Una compañía checa asegura que más de un tercio de los misiles de largo alcance que el Kremlin destruyó eran réplicas de mentira destinadas a confundir al enemigo y hacerle malgastar dinero

Tanques hinchables de la compañía checa Inflatech.

Tanques hinchables de la compañía checa Inflatech. / INFLATECH

Carles Planas Bou

El pasado 18 de julio, el ministro ruso de Defensa, Serguéi Shoigú, ordenó a sus tropas priorizar la destrucción de las armas de artillería y los misiles de largo alcance de Ucrania. Entre ellos, destacan los HIMARS, un sistema balístico de alta precisión a lomos de un camión y suministrado por Estados Unidos que, según los expertos, ha ayudado a Kiev a contener la invasión lanzada por Rusia. A principios de año, el ministerio aseguraba haber derribado hasta 35 de los temidos lanzamisiles. El único problema con esa explicación es que entonces los ucranianos sólo habían recibido 20 unidades. ¿Cómo se entiende?

La respuesta podría estar en la República Checa. La compañía Inflatech explicó hace unos días a un medio local que más de un tercio de los HIMARS destruidos no serían equipos de misiles reales, sino las réplicas hinchables que fabrican. Sí, como los castillos inflables que se usan en las fiestas infantiles. La empresa checa no solo recrea sistemas de misiles como los HIMARS, sino también modelos de tanquesvehículos blindados e incluso aviones caza hechos de seda sintética.

Inflatech no ha confirmado haber vendido sus productos a Ucrania, aunque sí ha admitido que los suministran "a muchos gobiernos de todo el mundo". Desde el inicio de la guerra, la empresa ha empezado a confeccionar más de 30 modelos de hinchables diferentes y su producción se ha disparado más de un 100%.

Confundir al enemigo

Esta táctica tiene como principal misión confundir al enemigo y hacer que malgaste tiempo, munición y dinero en derribar esos artefactos hinchables. Y es que su coste oscila entre 10.000 y 100.000 dólares, un precio mucho menor al de los misiles que se usan para destruirlos. "Sin prismáticos y mirando desde una distancia de 150-200 metros no podré distinguir si se trata de un arma real o de un cebo", explicó su director ejecutivo, Vojtech Fresser, a los reporteros de AFP.

Además, se trata de un recurso relativamente fácil de desplegar en el campo de batalla. Estos objetos pesan entre 25 y 90 kilos. Así, requieren de entre dos o cuatro soldados que puedan cargar con ellos hasta el punto deseado y entonces inflarlos con un soplador eléctrico o de gasolina en tan solo 10 minutos. Ese motor también emana un calor que puede engañar los sensores térmicos y de infrarrojos del enemigo.

A pesar de su apariencia casi cómica, estos productos hinchables son considerados material militar. Eso hace que para su exportación —que puede alargarse unos 60 días desde que se hace el pedido— se requiera de un permiso de las autoridades. Desde el 24 de febrero de 2022, cuando el Kremlin dio la orden de invadir su país vecino, la República Checa ha prestado ayuda militar a Ucrania por valor de unos 500 millones de dólares.

Ucrania también podría estar utilizando réplicas de sus lanzamisiles HIMARS fabricados con madera, según apuntaron altos funcionarios ucranianos y estadounidenses a 'The Washington Post' el pasado agosto.

Táctica con historia

Rusia también podría estar recurriendo a esta misma táctica. El 26 de enero, el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ucrania publicó unas imágenes en su cuenta de Facebook en las que se jactaba de haber destruido hinchables desplegados por las tropas rusas. En ambos casos, el posible uso de hinchables es difícil de contrastar, pues ninguna de las partes revela los métodos seguidos en el campo de batalla.

Aunque ahora hay recursos para que sea más sofisticado, el engaño es una práctica habitual en las guerras. En la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, los aliados usaron ese truco para derrocar al Reich nazi de Adolf Hitler. EEUU desplegó entonces tanques inflables y lanchas de desembarco de madera cerca de la ciudad costera francesa de Calais para hacer creer a la inteligencia alemana que la ofensiva aliada empezaría ahí. Esa táctica logró confundir a los nazis, que dejaron la zona de Normandía menos cubierta. El resto es historia.