Escándalo en el país sudamericano

Gustavo Petro, entre el deseo de una "paz total" en Colombia y una guerra familiar con aire de culebrón

Las investigaciones judiciales que enfrentan su hijo y su hermano empañan las banderas de honestidad con las cuales llegó la izquierda al Gobierno

Gustavo Petro, presidente de Colombia.

Gustavo Petro, presidente de Colombia. / EP

Abel Gilbert

Gustavo Petro tomó las riendas del Gobierno colombiano con un ambicioso propósito, alcanzar la "paz total" con los grupos insurgentes aun activos, el ELN y las llamadas disidencias de las FARC, así como formaciones de ultraderecha y las bandas de narcotraficantes. No imaginaba que, a siete meses de asumir la presidencia estallaría en medio de ese escarpado camino una guerra familiar: los casos de presunta corrupción de su hijo mayor y su hermano que le ocasionan un inesperado frente de tormenta política.

"Estamos acá contra todo pronóstico, contra una historia que decía que nunca íbamos a gobernar, contra los de siempre, contra los que no querían soltar el poder", dijo Petro el día que recibió sus atributos de mando, el pasado 8 de agosto. Aseguró a su vez que llegaba con las banderas de la transparencia y la honestidad, indispensables para llevar a cabo ambiciosas reformas sociales y económicas.

Sin embargo, un escándalo tocó a su despacho en el Palacio Nariño desde el momento en que Day Vásquez, la exesposa de su hijo, Nicolás Petro Burgos, asegurara a la revista bogotana 'Semana' que el joven diputado había recibido 125.000 dólares de un personaje de dudosa reputación durante la campaña electoral. Nada menos que el exnarco Samuel Santander Lopesierra, conocido como el Hombre Marlboro. También se lo ha relacionado con Alfonso 'el turco' Hilsaca, un hombre que ha sido procesado por homicidio. "Todo ha sido a espaldas del papá, eso sí lo debo aclarar", puntualizó Vásquez. Y también reveló que su deseo de hablar tenía la marca del despecho: ella había sido engañada con otra. La exesposa denunció amenazas en su contra y pidió la protección de la fiscalía.

Y ahí empezó un culebrón que no ha concluido. El presidente se enteró de las andanzas del primogénito por la la segunda de sus hijas, Andrea Petro. Entonces no solo pidió a la fiscalía no solo que investigue a Nicolás Petro sino también a su hermano, Juan Fernando, quien se había reunido con narcos presos durante la campaña electoral para discutir la idea de paz del presidente. Pronto salieron a luz denuncias sobre presuntos pagos a abogados que, en nombre del hermano, habrían prometido gestionar beneficios a los detenidos.

El padre se desmarca

"No lo crie, esa es la realidad", dijo días atrás Petro a la revista Cambio, al hablar de Nicolás. "Él se crio en Córdoba. Estudió allá. Hizo su universidad. Realmente nunca tuvimos la oportunidad de convivir". Daniel Coronell, el periodista lo entrevistó, aseguró haber percibido "cierto complejo de culpa" en su interlocutor al hablar del vínculo filial y un reencuentro cuando su hijo había crecido y se interesaba por la política. Coronell sostiene que Petro "sabe que no hay una explicación satisfactoria sobre el nivel de vida que lleva su hijo", y por eso pidió que la fiscalía tome cartas en el asunto.

"No he recibido dineros del narcotráfico o de la corrupción", dijo este martes el primogénito. "Solo ante los órganos judiciales pertinentes me referiré al respecto, es allí donde ratificaré mi inocencia". Nicolás Petro negó ser el dueño de un lujoso apartamento. "Mis extractos bancarios, publicados violando mi derecho a la intimidad, están justificados", se defendió.

Las repercusiones

“Los escándalos que tocan al círculo familiar abren grietas en el activo principal del mandatario: la idea de que representa la llegada de un cambio profundo, no solo ideológico, sino en sus prácticas políticas y en su estética", señaló el portal 'La silla vacía'. El culebrón impacta especialmente en parte de su electorado, la izquierda y el círculo íntimo de Petro. Le permite también a figuras de escasa popularidad, como el expresidente Iván Duque, volver a la escena pública. "Lo que se busca en esta situación es que no se maneje con morbo, sino que se maneje con solidez institucional y espero que las instituciones hagan su trabajo".

Para el analista y consultor político Ángel Becassino, el presidente paga un costo político inesperado. "La campaña de Gustavo generó muchas expectativas en la gente. Con estos escándalos, la percepción es que no está respondiendo. Se esperó tanto tiempo para que el país tuviera otra historia, y cuando llega esta otra historia se comporta de la misma manera que antes. El daño es enorme".

De acuerdo con Juliana Uribe Villegas, columnista del diario 'El Tiempo', "quizá sea muy pronto para afirmar tajantemente que con el caso de Nicolás Petro estamos volviendo a la vieja política". Restan las investigaciones judiciales para saber cómo sigue esta historia. A Uribe Villegas le da sin embargo la sensación de que la sociedad ya no asume con "resignación" las malas prácticas de los Gobiernos. "Este antecedente que vincula directamente al hijo del presidente podría ser el comienzo de un gran reto para la sociedad civil y es el de demostrar su independencia frente al nuevo Gobierno o frente a quien gobierne en el futuro".