Secuelas del intento de golpe

La ultraderecha irrumpe en el Congreso de Brasil al grito de "fuera Lula"

La intervención tiene lugar pocas horas después de que Bolsonaro asegurara en Estados Unidos que el Gobierno del nuevo presidente será breve

El diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente Jair Bolsonaro, y otro diputado de la ultraderecha con carteles contra Lula en la apertura del Congreso Nacional, este miércoles en Brasilia.

El diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente Jair Bolsonaro, y otro diputado de la ultraderecha con carteles contra Lula en la apertura del Congreso Nacional, este miércoles en Brasilia. / EFE

Abel Gilbert

Los ecos del intento de golpe de Estado del pasado 8 de enero parecen estar lejos de extinguirse en Brasil. Diputados electos de la ultraderecha acudieron este miércoles al Congreso con carteles de "Fuera Lula" y "Ladrón" adheridos a sus trajes y vestidos en la apertura de las sesiones legislativas. Cuando todavía no se ha cumplido un mes del asalto a los tres poderes del Estado en Brasilia, los parlamentarios afines al expresidente Jair Bolsonaro se dedicaron a denostar la figura de la actual autoridad ejecutiva. La vehemencia de la bancada más alineada con el excapitán del Ejército debió sentirse autorizada por sus propias palabras. Horas antes, el propio Bolsonaro participó en Estados Unidos de un evento de la organización conservadora Yes Brazil USA, oportunidad en la que predijo que la era de Luiz Inácio Lula da Silva será breve. "Pueden estar seguros de que en poco tiempo tendremos noticias. Si este Gobierno sigue en la línea que ha mostrado en estos primeros 30 días, no durará mucho". Pero, a la vez, Bolsonaro descartó su retiro de la actividad que lo llevó a la presidencia.

Los analistas políticos no dudaron en asociar la intervención del exmandatario con lo ocurrido en un Congreso donde la derecha tiene capacidad de complicar la gestión de Lula. Una figura articula los dos acontecimientos: el diputado Eduardo Bolsonaro quien, en nombre del padre, aunque no lo invocara, participó de la escandalosa sesión.

El Gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), aliado con sectores de la centroderecha, ha buscado, desde noviembre, erosionar parte de la base parlamentaria del bolsonarismo. La inminente elección de las autoridades de la Cámara de Diputados y el Senado pondrá a prueba la eficacia de esa política de cooptación de algunos exseguidores del exjefe de Estado. Arthur Lira y Rodrigo Pachecho aspiran a permanecer frente a ambas cámaras. Convivieron con Bolsonaro en términos más que amables. Tomaron distancia tras su derrota electoral y cortaron definitivamente amarras después del 8-E. Lula ha aceptado que es mejor convivir con ellos. La ultraderecha, en cambio, expresó su despecho. "Pacheco, no", decían algunos carteles.

La intervención de Lula

En este contexto, Lula participó de la ceremonia inaugural de las tareas del Tribunal Supremo Federal (STF). En su discurso, el líder del PT elogió la posición asumida por los integrantes de la máxima autoridad judicial. De hecho, uno de sus integrantes, Alexandre de Moraes, es el encargado de dilucidar las responsabilidades de Bolsonaro en la tentativa golpista de principios de enero.

"Nunca más nadie debe atreverse a dudar de la política de este país ni a desacreditarla. Lo que ocurrió fue el resultado del descreimiento del pueblo brasileño en la política", sostuvo Lula. Y añadió, con los incidentes de la legislatura en mente: "En todas partes, de lo que tenemos que ser conscientes es de que a uno puede no gustarle el Congreso Nacional, pero es el resultado del estado de ánimo el día de la votación". Por lo tanto, "tenemos que respetarla y sólo cambiarla cuatro años después, cuando tengamos las próximas elecciones, para que sostengamos definitivamente la democracia más larga que hemos logrado conquistar en la república federativa de Brasil".

Por su parte, la presidenta del STF, Rosa Weber, prometió que todos los "enemigos de la libertad" que participaron de la aventura desestabilizadora serán llevados a juicio. "Poseídos de un odio irracional, casi patológico, los vándalos, con total desprecio por la república e imbuidos de la audacia de la ignorancia, destruyeron bienes públicos sujetos a especial protección, como los catalogados por el patrimonio histórico, muebles, alfombras y obras de arte".