Un nuevo fenómeno política se insinúa en Cuba, una isla donde la unanimidad a mano alzada supo ser la regla: la abstención en las urnas. Más de ocho millones de ciudadanos estaban en condiciones de participar el pasado domingo en los comicios municipales, el primer capítulo del ciclo electoral que debe concluir en 2023 con la conformación de la Asamblea Popular (Congreso), encargada de nombrar al presidente. El Consejo Electoral Nacional (CEN) informó este lunes que solo votaron un 68,58% de los hombres y mujeres en condiciones de hacerlo. Lo llamativo es que el 22% de las papeletas que fueron depositadas estaba en blanco y el 5,60% fueron anuladas, de acuerdo con la información oficial.

La presidenta del CEN, Alina Balseiro, calificó no obstante de "excelente" la jornada. La actual autoridad de la Asamblea Popular, Esteban Lazo Hernández, también destacó la elección y la dedicó a la memoria de Fidel Castro, de cuyo deceso se cumplieron seis años el pasado 25 de noviembre. Granma, el diario oficial, recordó en esa dirección que el sistema electoral es uno de los grandes legados del extinto comandante en Jefe. El ministro de Exteriores, Bruno Rodríguez, fue incluso más elocuente. Dijo que las llamadas lanzadas desde el exterior a no votar fracasaron. "No hacen mella en nuestro pueblo".

Más allá del entusiasmo gubernamental, la novedad que trajo el escrutinio no pasó inadvertida. El 68,5% de participación es una cifra relativamente conocida en algunos países latinoamericanos donde reina el desencanto con las instituciones o el descrédito de las elites. Cuba, donde existe un partido único, el Comunista (PCC), fue por décadas el reino de la avenencia. La conformidad se expresaba en las urnas de manera contundente. La consulta popular de 1976 para refrendar la Carta Magna que institucionalizó la revolución tuvo una participación del 98% del electorado. El referendo de 2019 supuso una merma: solo votaron el 84,4% de los cubanos. Se trataba entonces todavía de un número alto.

Nuevo escenario

Al calor de la crisis, que tuvo en el estallido social del 11 de julio de 2021 su punto de mayor voltaje, se decidió en las urnas la suerte de un Código de Familias de corte progresista. Sufragaron en esa ocasión un 68,91% de los ciudadanos. Este descenso de la participación no fue ajeno, según señalaron en su momento los analistas, con un desapego político que se ha incrementado durante los últimos meses de privaciones y cortes de electricidad.

De regreso de su gira por Argelia, Rusia, Turquía y China, el presidente Miguel Díaz-Canel no pasó por alto las difíciles circunstancias en las que se ha desarrollado la elección, y habló de la "asfixia económica" que, dijo, es consecuencia de las sanciones de Estados Unidos, así como las "campañas de descrédito" que se filtran por las redes sociales en un país donde circulan unos ocho millones de teléfonos celulares que se nutren de informaciones que ya no controla el Estado. Más allá de las presiones, Díaz-Canel consideró que los comicios han demostrado que Cuba mantiene su "estabilidad política y social" y que, a pesar de las adversidades, se "perfecciona la democracia socialista".