Laila Seif lleva tres días esperando una prueba de vida de su hijo a las puertas de una cárcel egipcia. Hace 74 horas que su primogénito, el preso político más conocido de EgiptoAlaa Abdelfatah, dejó de tomar agua tras 200 días en huelga de hambre. “No sabemos nada. ¿Está esposado a una cama y le ponen una vía intravenosa? ¿Aún está vivo?”, se pregunta su hermana Sanaa Seif. Mientras, en el mismo país, en una ciudad paradisíaca a orillas del Mar Rojo, se celebra la COP-27, todos los ojos están puestos en esa madre que espera. 

Más de 100 jefes de Estado en Sharm el Sheij no han podido evitar que la atención mediática se centre en Sanaa. Desde que el pasado domingo su hermano, el activista y bloguero Alaa Abdelfatah, escaló su huelga de hambre al rechazar también la ingesta de fluidos, la familia trata de usar cualquier plataforma para denunciar lo grave de su estado. “¿Los funcionarios asistentes a la COP-27 podrían exigir una prueba de vida?”, pedía Sanaa al borde de la desesperación. La jornada del martes por la noche en la cumbre puso de manifiesto la tensión alrededor del tema. 

Tras un acto inusual por los derechos humanos organizado en el pabellón de Alemania, tuvo lugar una confrontación verbal por la liberación del activista, con nacionalidad británica también, entre los miembros del público y los organizadores. Finalmente, la seguridad de Naciones Unidas tuvo que expulsar a varias personas por increpar a Sanaa, que pidió a Alemania “revisar su política exterior hacia Egipto”. Pancartas con imágenes de Alaa y las palabras “traidor” y “terrorista” fueron confiscadas ya que no se pueden realizar protestas en las áreas no designadas específicamente para las manifestaciones.

60.000 presos políticos

Alaa, encarcelado desde el 2019, es uno de los alrededor 60.000 presos políticos que languidecen en las cárceles egipcias. Aunque su activismo le ha condenado a vivir entrando y saliendo de prisión desde que Sisi llegó al poder en el 2013, hace tres años fue acusado de "difundir noticias falsas". Ahora, se encuentra en un centro de máxima seguridad. A nivel global, activistas y organizaciones internacionales se han volcado a través de las redes en esta última acción de Alaa. Amnistía Internacional denunció que esta COP en Egipto podría quedar manchada por la muerte de uno de los principales activistas del país si las autoridades egipcias no lo liberan en unos días.

Varios países se han sumado a este reclamo. El primer ministro británico, Rishi Sunak, y el presidente francés, Emmanuel Macron, mencionaron el caso de Alaa en sus encuentros con el presidente Abdelfatá el Sisi. También lo hizo el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en sus reuniones con las autoridades egipcias. Además, el canciller alemán Olaf Scholz ha pedido “una decisión ahora, una liberación” para evitar una consecuencia que sea “mortal”. Representantes de Amnistía también han pedido aprovechar la oportunidad de la cumbre para reunirse con las autoridades, aunque, por ahora, no han recibido respuesta.

En el tercer día sin noticias de Alaa, la familia intenta evitar imaginarse lo peor. Los funcionarios egipcios han asegurado que el activista no corre peligro y que las autoridades penitenciarias lo mantendrán con vida. “Estoy realmente preocupada por estos comentarios que están insinuando que alimentarán a la fuerza a Alaa, ya que la alimentación forzada es una tortura y no debe pasar nada que vaya en contra de la voluntad de Alaa”, ha dicho Sanaa Seif, durante una ponencia en la COP-27. “Necesitamos pruebas de vida; la solución es simplemente dejar que la embajada británica lo vea”, ha exigido. Leila, la madre de ambos, sigue esperando noticias de su primogénito a las puertas de la cárcel.