Ron DeSantis no ha ganado: ha arrollado. El gobernador republicano de Florida ha sido reelegido para el cargo en las elecciones de este martes con un triunfo contundente, y abrumador en zonas como el condado de Miami-Dade, que hasta hace solo dos años se inclinaba por los demócratas. Y con esa victoria incontestable por cerca de 20 puntos de ventaja frente al candidato demócrata Charlie Crist, DeSantis solidifica su posición como una de las principales figuras del Partido Republicano.

DeSantis, que ha presumido de “haber reescrito el mapa político” del estado, dispara además la especulación sobre su potencial candidatura a la nominación presidencial republicana en 2024, una carrera a la que también amaga con presentarse el expresidente Donald Trump, que ha avanzado que hará “un gran anuncio” el próximo martes. La tensión entre ambos lleva tiempo escalando, en privado y en público. Pero lo que hasta ahora ha sido enfrentamiento amenaza con convertirse en guerra abierta.

 "Trumpismo competente"

Hace tiempo ya que DeSantis había sido identificado como exponente del “trumpismo competente”, la expresión que hace meses usaba uno de sus aliados. De su agenda ejecutiva y legislativa no ha escapado ninguna de las posiciones más reaccionarias que ha adoptado la derecha estadounidense desde que Trump llegó a la Casa Blanca, especialmente en las guerras culturales.

 Bajo DeSantis Florida fue uno de los estados líderes en el país en la lucha contra las restricciones con que se intentó combatir la pandemia de covid. Su firma se estampó en la polémica ley conocida como “No digas gay’, un asalto a los derechos de la comunidad LGBT que le llevó también a un sonado enfrentamiento con Disney y que enmarca en su lucha contra el “adoctrinamiento” en las escuelas, donde también combate enseñanzas sobre racismo sistémico. Y ha tomado también acciones ultraconservadoras en cuestiones como aborto, restricción de derechos de voto (creando una polémica policía electoral) o inmigración (enviando un avión de migrantes desde Texas a Martha’s Vineyard).

En su discurso de victoria este martes DeSantis volvía a retratar a su estado, con la misma dialéctica que en España suelen usar el ayusismo y Vox, como “bastión de la libertad”, “refugio de cordura cuando el mundo se volvió loco”. Ha redoblado sus ataques a “la izquierda” a los que ha atribuido crimen o altos impuestos. Y ha lanzado un nuevo ataque a lo que califica de “ideología woke”. “Nunca nos rendiremos a la masa woke”, ha dicho.

 El futuro

“Solo he empezado a pelear”, ha dicho también DeSantis, mostrándose deseoso de emprender “el camino por delante”. Y es en ese camino, en el que los analistas ven que crece su capacidad para tratar de reproducir a nivel nacional su estrategia política y de victoria, donde se vaticina el potencial choque con Trump.

Este mismo martes el expresidente, que el fin de semana estuvo en Florida haciendo campaña con el senador Marco Rubio pero no con DeSantis, sugería que el antiguo congresista del Tea Party al que respaldó en 2018 en su primera campaña como gobernador no debería presentarse a la nominación presidencial republicana. Lo hacía diciendo a modo de amenaza ante periodistas que, si lo hace, hará publica información “no demasiado halagadora”. “Sé más cosas sobre él que nadie salvo quizá su esposa, que es quien le lleva la campaña”, dijo Trump. Horas después, entraba en la fiesta para seguir los resultados electorales que se celebraba en su club en Mar-a-Lago y reiteraba: “no estoy seguro de que quiera presentarse”.

 Días antes también Trump había atacado a DeSantis colocándole el apodo “DeSanctimonious”, algo así como “DeSanturrón”, en un mitin en Pensilvania, donde usó pantallas gigantes para proyectar encuestas que lo colocaban a él muy por delante de otros potenciales candidatos, incluyendo el gobernador de Florida.

 DeSantis ha demostrado su potencia en esta campaña. Recaudó 200 millones de dólares para el esfuerzo de reelección. Aún le quedan 90 millones sin gastar.