Los bancos libaneses cierran sus puertas indefinidamente. La inagotable serie de asaltos a las sucursales por parte de depositantes indignados ha provocado esta decisión unilateral anunciada por la Asociación de Bancos del Líbano. Ya son un par de decenas las acciones organizadas por ciudadanos que irrumpen en sus propios bancos, a menudo, a punta de pistola exigiendo recuperar su dinero. Esta semana, una diputada del Parlamento y un exembajador, entre muchos otros, han protagonizado estos asaltos. 

“Ante los ataques a los bancos, todas las sucursales bancarias en todo el país cerrarán sus puertas y se limitarán por el momento a brindar sus servicios a través de cajeros automáticos para personas físicas y a través de atención al cliente para empresas”, ha comunicado la Asociación. No ha especificado la duración de este nuevo cierre ni cuándo empezará. Pero algunas sucursales ya habían cerrado sus puertas este jueves, horas antes del comunicado oficial. 

Mientras sus ahorros siguen bloqueados por tercer año consecutivo, la ciudadanía libanesa se ha abocado a medidas radicales que les permitan acceder a ellos. Muchos los reclaman para pagar sus tratamientos médicos. Ante la creciente popularidad de este tipo de operaciones, los bancos decidieron cerrar durante una semana el mes pasado. Pero, esta vez, no se sabe cuando volverán a abrir. La situación se vuelve cada vez más insostenible con el sector bancario actuando por libre ante la inacción de la clase política. 

Inacción de la clase política

Ya en el 2019, los bancos aplicaron por sí mismos una serie de controles informales de capitales. Desde entonces, han exigido al gobierno que promulgue unos controles formales pero, de momento, siguen siendo incapaces de aprobar una ley para ello. Además, es uno de los requisitos para el plan de rescate del Fondo Monetario Internacional que sigue bloqueado. Este organismo le ha pedido al Líbano que aplique reformas para ayudar a aliviar una crisis causada por décadas de despilfarro y corrupción. 

“La gente está enfadada y ya habla de quemar las casas de los dueños de los bancos”, explicaba hace unos días a este diario Rami Ollaik, fundador de Unidos por el Líbano contra la Corrupción, un grupo de abogados que lidera la lucha contra los bancos desde hace tres años. “El enfrentamiento es inevitable, aunque sea sangriento”, reconocía. La población, con tres cuartos bajo el umbral de la pobreza, ve a los bancos y la clase corrupta como los culpables de dejar al Líbano moribundo. Privados de sus ahorros y de sus derechos básicos, ahora los bancos les temen a ellos.