Las emisiones de gas metano tras las explosiones de los gasoductos Nord Stream 1 y 2 han sido tan grandes que los satélites de Naciones Unidas han podido detectarlas desde el espacio. En total, se ha lanzado alrededor de medio millón de toneladas de ese gas de efecto invernadero, según una estimación de la ONG medioambiental Environmental Defense Fund (EDFE) para este diario. Los cálculos se basan en las cifras de volumen de gas contenido en los gasoductos hechas públicas por el Gobierno de Dinamarca. 

Naciones Unidas ha calificado el accidente como el evento de mayor emisión de gas metano de la historia. La cantidad expulsada, sin embargo, es tan sólo una fracción del total de 340 millones de toneladas de ese gas producidas por la actividad humana (agricultura y energía, sobre todo) cada año. 

"Este medio millón de toneladas tendrá el mismo impacto climático en las próximas dos décadas que la contaminación anual de ocho o nueve millones de coches [de los aproximadamente 1.400 millones de vehículos en activo]", asegura Daniel Zavala-Araiza, investigador medioambiental de EDFE y de la Universidad de Utrecht (Países Bajos). "Es también, por ejemplo, cinco veces la causada por toda la industria energética alemana".

El metano es un gas de efecto invernadero muy potente y uno de los enemigos en la lucha contra el cambio climático. Se estima que una tonelada puede calentar el planeta 23 veces más que el equivalente de dióxido de carbono, porque este último se descompone antes. 

“La emisión va a tener un efecto importante, medible, y hay que tomársela en serio. Pero no es una catástrofe, sino un evento acotado que se va a solucionar”, según Xavier Giménez, profesor de Química Ambiental de la Universidad de Barcelona y divulgador científico.

Metano visto desde el espacio

Las imágenes del satélite Sentinel 2 prueban que la fuga de metano es suficientemente grande para ser detectada desde el espacio, según un estudio publicado por la Universidad Politécnica de Valencia junto con el Observatorio Internacional del Metano (IMEO) de Naciones Unidas.

Las imágenes muestran la detección por el satélite Sentinel 2 de la fuga de metano desde el espacio el pasado 30 de Septiembre. INTERNATIONAL METHANE OBSERVATORY Y UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE VALENCIA

“Lo que ha pasado es muy malo, y llega en el momento en que necesitamos con urgencia reducir las emisiones”, ha dicho a Reuters Manfredi Caltagirone, director de IMEO. 

Hasta la de los Nord Stream, la mayor fuga de metano de la historia era la del almacén de gas de Aliso Canyon, en California. 100.000 toneladas de metano fueron arrojadas a la atmósfera entre el 23 de octubre de 2015 y el 18 de febrero de 2016. El accidente obligó a evacuar a 30.000 personas que vivían en el pueblo cercano de Porter Ranch, una comunidad del condado de Los Ángeles.

El total de emisiones de metano de los Nord Stream puede seguir aumentando, aunque de forma moderada. En el 1 ya se ha consumido todo el gas acumulado en el interior del tubo, pero en el 2 sigue habiendo una fuga, pequeña, de un diámetro de unos 30 metros, según ha asegurado este lunes la Guardia costera sueca. Gazprom ha confirmado este lunes que la presión se ha estabilizado en las dos tuberías del gasoducto Nord Stream y en uno de los dos hilos del Nord Stream 2, y que las fugas se han detenido.

Varias explosiones

La rotura de los gasoductos se produjo el pasado 26 de septiembre. Suecia detectó un movimiento sísmico de 2,3 en la escala Richter a las 2:03 de la madrugada, y otro similar a las 19:04. Correspondían, presumiblemente, a sendas explosiones que produjeron la rotura de los gasoductos.

Todo apunta a que se trató de un sabotaje, aunque se desconoce su autoría. Los tubos, que conectan Rusia con Alemania a través del Mar Báltico son de difícil acceso y se encuentran a más de 70 metros de profundidad. Se produjeron roturas, además, en al menos cuatro puntos diferentes. En total se localizaron dos fugas en cada gasoducto, dos en la zona danesa y dos en la sueca, todas en aguas internacionales. Moscú ha acusado a los "anglosajones" de estar detrás del sabotaje, mientras algunos países occidentales han apuntado hacia el Kremlin. 

Ninguno de los dos gasoductos estaba en servicio cuando se produjeron las roturas, pero los tubos sí contenían gas de mantenimiento en su interior. Gazprom, el gigante gasístico ruso, cortó el flujo en el 1 a principios de septiembre, en un movimiento que ha sido interpretado como una penalización de Moscú por las sanciones internacionales derivadas de su invasión de Ucrania. El Nord Stream 2, un enorme proyecto para llevar gas ruso a Alemania, nunca llegó a completarse. 

Principales emisiones de metano

Las emisiones de metano suponen un enorme impacto en el cambio climático. En total, son alrededor de un 10% de los gases de efecto invernadero, pero sus efectos duran más que otros como el CO2.

“Lo que nos dice la comunidad científica es que si entre ahora y 2030 redujéramos a la mitad las emisiones de metano de agricultura, ganadería, residuos, gas y petróleo podríamos evitar un aumento de la temperatura del 0,25 °C de calentamiento para 2050”, asegura Zavala-Araiza. 

El experto asegura que el del Mar Báltico es tan solo un caso concreto de emisiones, uno abrupto. Pero hay otros más sutiles y continuados a lo largo de la cadena de valor de la industria de petróleo y gas. “Muchas emisiones son aleatorias e impredecibles, pero otras provienen de la irresponsabilidad”, dice. Pone como ejemplo los tanques de petróleo que dejan la trampilla superior abierta, lo que emite metano; las fugas de gasoductos mal sellados; o quemadores en pozos que no se encienden y emiten el gas sin descomponer. En total, calcula en unos 80 los millones las toneladas de metano emitidas por la industria. 

Naciones Unidas tiene un programa de seguimiento específico para las emisiones de metano, que incorpora cada vez más el uso de satélites para la observación de las emisiones de este gas.