Reinar en el mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial o en pleno proceso del Brexit no fueron los únicos desafíos a los que tuvo que enfrentarse la reina Isabel durante sus más de 70 años de reinado. La monarca tuvo que hacer frente a sus propios retos dentro de su familia, desde el escándalo de las infidelidades de su marido hasta los más recientes: el Megxit, que fracturó en dos su familia, y la implicación de su hijo favorito en la trama internacional de abusos sexuales más mediática de los últimos 20 años. También le afectaron directamente las dudas acerca de sus inversiones en fondos offshore, pues su nombre apareció en los Paradise Papers tras la inversión del ducado de Lancaster de 7,5 millones de dólares en un fondo en las Islas Caimán.

Ella fue, además, la primera monarca de la historia que tuvo que hacer frente al escrutinio más minucioso de su vida privada por parte del público. Durante los primeros compases de su reinado nacieron los medios de difusión de masas y la casa real británica, ejemplo en todo el mundo, fue una de las primeras que decidieron abrir las puertas de su casa a la televisión. Ese primer vistazo a su mundo fue seguido en televisión por más de 30 millones de personas, y, desde entonces, nadie pudo desengancharse de todo lo que sucedió a su alrededor.

EL DUQUE DE EDIMBURGO: UN DEBATE QUE NUNCA CESÓ

El primer escándalo con el que tuvo que lidiar, además, fue uno de los que hicieron tambalear los propios cimientos de la relación que más valoraba: la que tenía con el hombre con el que estuvo casada 74 años.

A pesar de que el matrimonio con el duque de Edimburgo se fue estabilizando con el paso de los años, ni la opinión pública británica ni los medios de comunicación llegaron a aceptar nunca del todo su decisión acerca del consorte. La pareja, que pasó por momentos complicados antes incluso del matrimonio, atravesó su propia crisis cuando empezaron a conocerse las infidelidades del príncipe Felipe.

Entre las infidelidades que se le conocieron al duque, que falleció en 2021 a los 99 años, estuvo por ejemplo Daphne du Maurier, una novelista con la que se supone que tenía una relación “emocionalmente íntima” pero no sexual. La boda real, según ha quedado en el recuerdo, habría llegado incluso a peligrar.

1992, EL AÑO HORRIBLE DE LA MONARQUÍA BRITÁNICA

Amor, monarquía y escándalos fueron conceptos que se dieron la mano durante las siete décadas de su reinado, aunque el año clave en términos de fracaso fue 1992. Ese año, la princesa Ana y los príncipes Carlos y Andrés decidieron divorciarse o separarse de sus parejas, y cada uno de ellos hizo un daño diferente a la casa real.

La separación de Ana, por ejemplo, recordó a todo el mundo las infidelidades que la propia reina había tenido que soportar. Tanto su hija como su marido, el capitán Mark Phillips, se engañaron entre sí, pero fue este último el que llegó al extremo de tener una hija ilegítima con una profesora de arte con la que había tenido una aventura.

La naturaleza de esta separación dolió, y mucho, dentro del palacio de Buckingham, pero fueron las de Carlos y Andrés las que más hicieron tambalearse los cimientos de la institución. En el caso de Sarah Ferguson, la exmujer del duque de York, la separación fue tan amistosa que incluso a día de hoy ella sigue formando parte activa de la familia, pero su figura era tan reconocida internacionalmente que el fracaso de la relación se entendió como un tropiezo importante.

Pero, seguramente, el mayor error de la institución durante aquellos años fue el trato que recibió la princesa Diana, tanto durante su etapa dentro de Buckingham como una vez que se separó de la familia. Por primera vez desde que había empezado a reinar, Isabel tuvo que competir con otra figura dentro de la casa real que amenazaba con hacer sombra a su propia popularidad.

El público visita el fuente en memoria de Lady Di, en el Hyde Park de Londres. EFE

La muerte de Lady Di

La tensión por la separación del heredero al trono se acentuó con la irrupción de los tabloides británicos, que se aferraron a la historia hasta el punto de que, como reconocerían sus hijos años más tarde, se llevó a cabo una persecución prácticamente continua de la princesa Diana. La madre de los príncipes Harry y William acabó falleciendo en 1996 en un accidente de tráfico, una tragedia que agudizó aún más la crisis de imagen que arrastraba la institución que encabezaba la reina Isabel.

Hicieron falta muchos años, y mucha buena prensa por parte de la monarca, para recuperar la popularidad perdida. A la reina, a la que ya se le había perdonado antes llegar tarde a eventos trágicos en los que tenía que estar presente, como por ejemplo la tragedia de Aberfan, se la criticó duramente por su escasa implicación pública en un funeral que vieron 2.500 millones de personas por televisión, pero también por quedarse en Balmoral y no aparecer públicamente para dar su pésame hasta cinco días después del fallecimiento.

El Caso Epstein

El reencuentro con el público, en este sentido, no se produciría hasta cinco años después, cuando, con el fallecimiento de su hermana y de su madre en 2002, volvió a romper con esa imagen fría y deshumanizada que tantas veces se transmitió de ella. Pero fue precisamente en esos años cuando, supuestamente, se forjó una relación cercana entre su hijo favorito, el príncipe Andrés, y el multimillonario Jeffrey Epstein, responsable según la justicia estadounidense de una de las tramas de abusos sexuales internacionales más importantes de las últimas décadas. A día de hoy, el caso sigue atormentando a la casa real, y fue la propia reina la que se vio obligada a apartar al duque de York de sus funciones públicas dentro de la institución.

Meghan Markle junto al príncipe Harry. EFE

El Megxit, un último gran golpe

Si Andrés era su hijo favorito, Harry fue también, sin duda, el nieto que más le llenó el ojo. El sentimiento fue recíproco, pero eso no impidió al hijo menor de la princesa Diana y el rey Carlos romper su relación con la casa real británica a raíz de su matrimonio con la actriz Meghan Markle.

El mundo volvió a estar en vilo por las revelaciones de una nueva crisis interna en la familia real, pero el momento más delicado se produjo por la decisión de la pareja de publicar una entrevista especialmente dañina para la casa real justo en el momento en el que el duque de Edimburgo vivía sus últimas horas.