La cadena perpetua contra el asesino del político local democristiano Walter Lübcke ya es firme. Así lo ha anunciado este jueves el Tribunal Federal Supremo de Alemania. La defensa de Stephan Ernst, neonazi condenado en enero de 2021 por la Audiencia Provincial de Frankfurt, había presentado un recurso de casación ante el Supremo. La sentencia consideró probado un asesinato de "gravedad especial" por tener trasfondo político, racista y de odio.

Con el recurso de casación, la defensa del sentenciado pretendía que Ernst pudiera salir antes de prisión. La cadena perpetua en el código penal alemán excluye que pueda abandonar prisión o acogerse a medidas de atenuación de la pena antes de haber cumplido 15 años de cárcel.

El Tribunal Supremo alemán también ha confirmado este jueves la absolución de Markus H., compañero de militancia ultraderechista de Stephan Ernsttambién juzgado por el asesinato del político local. La acusación pidió condenarlo por complicidad en el crimen al entender que ayudó al asesino a practicar a disparar antes del atentado. Los familiares de Lübcke celebran la confirmación de la cadena perpetua contra Ernst, pero lamentan que no se pueda repetir el juicio contra Markus H.

Punto de inflexión

El 1 de junio de 2019 pasadas las 11 de la noche, Walter Lübcke descansaba en la terraza de su casa en Wolfhagen-Istha, localidad de Hesse. Stephan Ernst se acercó entonces y disparó contra su víctima con un revolver de calibre 38. Lübcke acabó muriendo de un disparo en la cabeza. El asesino reconoció en un primer momento su autoría para negarla después y presentar posteriormente versiones contradictorias de los hechos.

Stephan Ernst, militante reconocido de círculos ultras del oeste de Alemania, sí reconoció su odio contra Lübcke por su política de acogida a refugiados durante el verano de 2015. Durante un encuentro ciudadano en octubre de ese mismo año, defendió su decisión con las siguientes palabras: "Vale la pena vivir en nuestro país. Para ello hay que respetar unos valores, y quien no lo haga, siempre puede abandonar el país si no está de acuerdo. Esa es la libertad que tiene cada ciudadano alemán".

El atentado contra Walter Lübcke supuso un punto de inflexión en la percepción del peligro de la violencia ultra en Alemania, de larga trayectoria y que acumula más 200 víctimas mortales desde 1990, según cifras de la oenegé Fundación Amadeu Antonio. El asesinato del político conservador, sumado a otros ataques contra políticos locales y minorías religiosas como la judía o la musulmana, provocaron que el Ministerio del Interior y los servicios secretos alemanes reconozcan desde hace años que el terrorismo ultraderechista es la principal amenaza interna para la estabilidad del país.