A finales de abril superó el 40% de los votos y quedó segunda en las presidenciales. Consiguió uno de los mejores resultados de un partido de ultraderecha en la historia reciente de Europa Occidental. Curiosamente, un par de meses después, se encuentra desaparecida del ring político en Francia. La ultraderechista Marine Le Pen ha quedado relegada a un segundo plano en la montaña rusa en que se ha convertido la política francesa. Reagrupación Nacional (RN) pinta más bien poco en la campaña de las elecciones legislativas del 12 (primera vuelta) y 19 de junio (segunda vuelta), focalizada en el duelo entre el presidente Emmanuel Macron y el nuevo frente unitario de la izquierda liderado por Jean-Luc Mélenchon.

Según los últimos sondeos, que deben cogerse con pinzas, el partido de Le Pen será el tercero con más votos en la primera vuelta con alrededor del 19% de los sufragios. Pero debido al sistema electoral de primera y segunda vuelta y que solo salen elegidos los diputados más votados en cada una de las 577 circunscripciones, podría obtener entre 20 y 40 representantes en la segunda. Es decir, en el mejor de los casos para Le Pen, apenas el 7% de los escaños recaería en manos de la extrema derecha. Incluso algunos estudios de opinión pronostican que RN podría quedarse por debajo de los 15 diputados, el umbral mínimo para constituir un grupo propio en el Parlamento francés.

Históricamente, las legislativas resultaron unos comicios difíciles para la extrema derecha. El sistema a doble vuelta favorece la victoria del mal menor y, por consiguiente, la derrota del aspirante lepenista. Solo en 1986, cuando se experimentó con un sistema de votación más representativo, el entonces Frente Nacional consiguió una representación consecuente en la Asamblea, unos 35 escaños. En el resto de legislativas obtuvo apenas un puñado de diputados. En la última legislatura apenas había 6 diputados de RN.

Le Pen asume la derrota antes de la votación

Tras haber obtenido el 42% de los sufragios en la segunda vuelta de las presidenciales y haber sido la más votada en 150 circunscripciones, Le Pen confiaba a finales de abril en que esta vez sería la buena. Aspiraba a conseguir un grupo parlamentario consecuente y erigirse en la principal fuerza de oposición. Pero la líder ultra ha visto cómo Mélenchon le arrebataba los focos mediáticos. Con la configuración a principios de mayo de una inesperada alianza unitaria de la izquierda (formada por la Francia Insumisa, el Partido Socialista, los verdes y los comunistas), el dirigente socioecologista se convirtió en el principal rival de Macron. Y dejó a la dirigente de RN fuera de juego.

"Habrá un primer ministro de Macron. Es lógico, dramático, pero es así", dijo Le Pen a finales de mayo en una entrevista en la emisora 'France Bleu'. Sus declaraciones reflejaron puro realismo, pero al mismo tiempo reconocía su derrota antes de los comicios, algo totalmente inhabitual. Mientras Mélenchon acude a las legislativas con el ambicioso objetivo (y poco probable, aunque tampoco imposible) de conseguir una mayoría parlamentaria de izquierdas e imponer un gobierno de cohabitación a Macron, Le Pen apostó por la prudencia y por objetivos asequibles, como conseguir un grupo propio. Hasta el punto que tanta prudencia puede desmovilizar al electorado ultra, en que están sobrerrepresentadas las clases modestas y obreras, que se abstienen con facilidad.

Amenazados por la abstención

"Nuestro principal riesgo es la abstención", reconoció Gilles Pennelle, delegado nacional de movilización de RN, en declaraciones a 'Le Monde'. Ante una ultraderecha prácticamente desaparecida, y con una capacidad limitada de introducir sus temas de predilección en el debate público —todo lo contrario de lo sucedido en otras campañas recientes—, la formación lepenista ha intentado instrumentalizar a su favor el fiasco de la final de la Liga de Campeones

Según el eurodiputado Jordan Bardella, número dos de RN, el caos "no se debió para nada a un problema" con entradas falsas y una mala organización de los accesos, sino a "hordas" de "chusma" que fueron al Stade de France "para robar y provocar destrozos". "Todo eso fue escondido", dijo Bardella, que se ha postulado en esta campaña como el probable sucesor de Le Pen. Ella seguramente logrará su reelección como diputada en el norte de Francia, pero ya anunció que "en principio" no se presentará en las próximas presidenciales de 2027.

Pese a su reputación de sobreponerse a todas las frustraciones electorales, el partido de Le Pen ha evidenciado en esta campaña algunos de sus defectos habituales, como la falta de implantación local y el amateurismo de sus aspirantes. Hasta el punto que sus candidatos se convirtieron en objeto de burla en las redes sociales al quedarse en blanco en repetidas ocasiones durante los debates electorales. 

En medio de este panorama sombrío para la extrema derecha, la RN probablemente podrá consolarse si logra un grupo propio en la Asamblea, algo vital para las maltrechas arcas de este partido. También se regodeará si su principal rival en el espacio ultranacionalista, el partido Reconquista del polemista Éric Zemmour (7% de votos en las presidenciales), consigue menos de 5 diputados o incluso se queda sin representación.