El ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigú, anunció este viernes la completa rendición en Mariúpol de la acería Azovstal, símbolo de la resistencia ucraniana, con la entrega de los últimos 531 combatientes.

Shoigú informó al presidente ruso, Vladímir Putin, sobre "el fin de la operación y la completa liberación de la planta y de la ciudad de Mariúpol", principal puerto ucraniano en el mar de Azov.

Entre los últimos en entregarse figuran los comandantes del batallón nacionalista ucraniano Azov, que Moscú considera "neonazis" y "criminales de guerra", según informó el general Ígor Konashénkov, portavoz castrense, en un comunicado.

Explicó que el comandante de los Azov fue evacuado en un blindado. Aunque no precisó el nombre, se entiende que se refería a Denís Prokorenko, quien este viernes en un vídeo expreso su confianza en que los defensores sean canjeados por prisioneros de guerra rusos.

En cambio, políticos rusos, incluido el presidente de la Duma, Viacheslav Volodin, han abogado por que sean juzgados en territorio ruso por sus "crímenes" en el Donbás, además de que Azov podría ser declarada organización terrorista en este país.

El general ruso tampoco precisó el destino de los combatientes, aunque en días anteriores una parte de los defensores de Azovstal fue trasladada a territorio ruso y otra a la zona controlada por las milicias prorrusas en la región de Donetsk.

En total, desde el pasado domingo se entregaron 2.439 combatientes ucranianos, en su mayoría miembros de Azov, pero también militares. "Hoy, 20 de mayo, se entregó el último grupo con 531 combatientes", precisó Konashénkov.

Este viernes Shoigú había informado también de la evacuación de 177 civiles, incluidos 85 mujeres y 47 niños, que vivieron varias semanas en las catacumbas de la planta metalúrgica, donde se atrincheraron cientos de heridos.

El pasado 21 de abril, Putin canceló la orden de asaltar Azovstal con el fin de salvar las vidas de las tropas rusas y las milicias separatistas que tomaron Mariúpol, aunque con la condición de que "no pase ni una mosca".

Rendición

Hace unos días el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ordenó a los últimos defensores de Azovstal que se rindiesen, ya que "Ucrania necesita a sus héroes vivos".

Con la rendición completa de Mariúpol, víctima de un asedio ruso cuya brutalidad fue denunciada por las organizaciones de derechos humanos, las fuerzas rusas podrán ahora centrarse en la conquista de todo el Donbás.

Según diversas fuentes, más de la mitad de los edificios de la ciudad están derruidos, mientras el número de muertos en el sitio de Mariúpol podría ascender a varios miles.

Kiev acusa al Ejército ruso de intentar borrar toda huella de las atrocidades cometidas por sus soldados en la ciudad de casi medio millón de habitantes.

La toma de Mariúpol estaba marcada en rojo por los generales rusos desde el inicio de la "operación militar especial", ya que es la clave para la apertura de un corredor terrestre con la anexionada península ucraniana de Crimea, plan que Moscú está llevando a cabo.

Los separatistas prorrusos de Donetsk se proponen destruir la histórica planta construida por las autoridades soviéticas y cuyo actual dueño es el hombre más rico de Ucrania, Rinat Ajmétov.

Rusia insiste en sus ataques en el Donbás

Mientras tanto, Rusia intensifica los ataques en el Donbás, donde la situación es equiparable a "un infierno", según Zelenski. Las fuerzas ucranianas siguen avanzando en la liberación de la región de Járkov. Pero en el Donbás los ocupantes intentan aumentar aún más la presión. Es un infierno y no es una exageración", afirmó Zelenski en una alocución televisada.

El mandatario ucraniano se refirió en particular a los bombardeos rusos en la ciudad de Severodonetsk, el principal bastión ucraniano en la región de Lugansk, donde sólo en un día hubo una docena de muertos y decenas de heridos, según Kiev. Zelenski advirtió de que comienza la etapa final de la guerra, que será "más dura y sangrienta".

De acuerdo con el gobernador de Lugansk, Serhiy Gaidai, a causa de los ataques rusos en Severodonetsk y la vecina Lysychansk, resultaron dañados más de 60 edificios.

Uno de los proyectiles lanzados contra Severodonetsk, según Gaidai, impactó contra el edificio de una escuela que servía de refugio y ha causado la muerte de tres personas.

Por su parte, el mando militar ucraniano informó de que los bombardeos de las tropas rusas contra 54 núcleos de población en las regiones de Donetsk y Lugansk en las últimas 24 horas se saldaron con la muerte de veinte civiles.

Las milicias prorrusas de Lugansk afirmaron, a su vez, que habían rodeado a cerca de 2.000 soldados ucranianos en las inmediaciones de Lysychansk, que tenían solo dos opciones: deponer las armas para conservar la vida o continuar la resistencia y morir.

Mientras, las fuerzas separatistas de Donetsk denunciaron 53 ataques ucranianos contra la república autoproclamada a lo largo de la última jornada.

La intensificación de los ataques en el Donbás se debe al deseo de los rusos de acelerar el cumplimiento de uno de los principales objetivos de la ofensiva: el control total de Lugansk, donde, según los últimos datos, las fuerzas de Moscú se han hecho con el 95 % del territorio.

Lento avance ucraniano en Járkov

Según Oleg Sinegubov, jefe de la administración militar de Járkov, los rusos controlan aún entre el 20 y el 25 por ciento de esa región en el noreste del país, donde la intensidad de los combates comenzó a disminuir hace una semana tras una contraofensiva ucraniana y el repliegue parcial de las fuerzas rusas.

Sinegubov, citado por la agencia Ukrinform, aseguró que las fuerzas ucranianas han logrado liberar varias localidades, pero esa labor se complica cada día. "Por más que avanzamos, más difícil lo tenemos, porque el enemigo se ha centrado en la defensa de las posiciones conquistadas", explicó.

En eso, la situación se diferencia de Kiev, Sumy y Chernígov, "donde el enemigo comprendió que había perdido la batalla y se replegó, cambiando así su táctica", dijo.