Un Marcos presidirá Filipinas más de 30 años después de que otro fuera expulsado por el pueblo. Ferdinand Marcos Júnior, hijo del dictador, ha pulverizado a sus oponentes en las elecciones con un margen que relativiza cualquier duda sobre su limpieza y certificado el regreso dinástico que las víctimas de la represión temían.

Las cifras sugieren un tsunami. Marcos, más conocido como Bongbong, había logrado casi 30 millones de votos a primera hora de la mañana del martes con el 94% del escrutinioLeni Robredovicepresidenta y abogada de derechos humanos, había logrado menos de la mitad, según la Comisión Electoral. A Manny Pacquiao, la leyenda del boxeo, le quedó una cantidad residual. Una rotundidad parecida mostraba la elección de la vicepresidencia. Sara Duterte-Carpio, hija del actual presidente y asociada con Marcos, destrozaba a Francis Kiko Pangilian, del equipo de Robredo.

impatizantes de Marcos, conocido como 'Bongbong', celebran su victoria en Manila, la capital de Filipinas EFE

Las encuestas ya habían sugerido el estruendo y el recuento descartó desde las primeras horas la sorpresa. De madrugada, con muchas urnas aún por abrir, ya se escucharon los discursos de los protagonistas. “Espero que no os canséis de confiar en nosotros. Tenemos por delante muchas cosas por hacer. Esta victoria es el resultado del trabajo de mucha gente”, afirmó MarcosRobredo aludía a los incidentes registrados durante la jornada. “Sé que no es fácil para vosotros aceptar los números. No sólo tenemos un sentimiento de arrepentimiento sino también de consternación y este se intensifica con las noticias de irregularidades durante las elecciones. Aún hay votos que no se han contado. Algunos de vosotros habéis estado en los colegios durante todo el día esperando a colocar vuestras papeletas en las urnas”, señaló. La elevada y dispersa población y la modesta tecnología explican los incidentes en Filipinas pero los expertos descartan que afecten al resultado final.

Hastío popular

El clan Marcos recupera el Palacio de Malacañán por el hastío popular de los sucesivos gobiernos que no consiguieron reducir las desigualdades sociales ni el resto de taras endémicas de uno de los países más pobres del sudeste asiático. El hijo del dictador, bajo la bandera de la "unidad", ha prometido más puestos de trabajo y más inversiones en agricultura e infraestructuras, aunque no ha aclarado cómo piensa pagarlas. Su campaña, que ha apelado más al corazón que a la cabeza, se ha beneficiado de la asociación con la hija del actual presidente. Las dos dinastías se reparten el arraigo popular, los Marcos en el norte y los Duterte en el sur.

Su victoria también certifica el blanqueamiento del legado paterno. Aquellas dos décadas son descritas por sus seguidores como un periodo de progreso y prosperidad en el que se construyeron hospitales, colegios y carreteras. Las alusiones a los atropellos cometidos durante la Ley Marcial y el febril latrocinio del matrimonio Marcos-Imelda han sido eficazmente combatidas en las redes sociales. “Los Marcos han levantado una extensa red de desinformación que literalmente está cambiando la Historia delante de nuestros ojos”, alertaba meses atrás Maria Ressa, premio Nobel de la Paz y fundadora del medio independiente Rappler. "Bongbong no sólo ha rechazado admitir en público los crímenes de su padre y cómo su familia se benefició de ellos sino que los ha blanqueado e incluso legitimado las atrocidades de la dictadura”, había denunciado Cristina Palabay, secretaria general de la organización de derechos humanos Karapatan.

El matrimonio huyó del país en 1986, tras cuatro días de protestas populares masivascargando con sacos de oro y joyas en el helicóptero. Ferdinand moriría tres años después en Hawai y el clan regresó a principios de los años 90. Desde Ilocos Norte, el viejo feudo familiar, Imelda reconstruyó las redes de influencia y la dinastía fue aumentando su huella en los gobiernos provinciales hasta asaltar los órganos de poder de Manila. La presidencia de Bongbong culmina la hercúlea misión de rehabilitación que emprendió Imelda más de tres décadas atrás.