La foto ha pasado casi inadvertida, pero explica mucho de lo que está pasando en el norte de África y, especialmente, en el tema del Sáhara. Se ha producido este lunes en una comuna agrícola (kibutz) del sur de Israelí. Sobre las arenas del desierto del Néguev, en la localidad de Sde Bokerel, el ministro de exteriores de Israel compareciendo junto a los de Marruecos, Egipto, Bahréin y Emiratos Árabes Unidos. En el centro, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, estrechando lazos entre países que hasta hace un par de años no tenían relaciones diplomáticas normalizadas. La imagen refleja uno de los hitos de la política exterior conseguido por Donald Trump en el tiempo de descuento de su presidencia: la cumbre de Abraham en la que obtuvo el reconocimiento de esos países a su protegido en la región, Israel. 

Unos 3.500 kilómetros al oeste del desierto del Néguev, en Argel, la imagen no ha gustado. Son nuevos bríos diplomáticos entre Estados Unidos y su enemigo, Marruecos. Ambos países tienen en el centro de sus disputas otras arenas, las del Sáhara Occidental (Rabat reclama soberanía y ofrece autonomía; Argel defiende al Frente Polisario que exige independencia).

Para templar ánimos, Blinken ha visitado este miércoles Argelia. Se ha reunido con el presidente, Abdelmadjid Tebboun. “Washington trata de equilibrar su relación con Argelia, después de la imagen, muy potente, de la cumbre del Néguev. Marruecos sale empoderado, y ha conseguido capitalizar sus lazos renovados con Israel”, explica a El Periódico de España Intissar Fakir, experta en la región del Instituto de Oriente Próximo de Nueva York. 

Blinken estuvo también este martes en Rabat, y volvió a apoyar el plan de autonomía marroquí para el Sáhara Occidental con las tres palabras claves del push diplomático de estas semanas: es un proyecto "serio, creíble y realista" para resolver el "diferendo". Una expresión calcada a la empleada en la carta que Pedro Sánchez envió al rey marroquí Mohamed VI, en la que se calificaba la propuesta como “la base más seria, realista y creíble para la resolución del contencioso”. 

La profunda tensión entre Marruecos y Argelia, acrecentada por el giro español, es un riesgo para el suministro de energía de la región a Europa en plena crisis de la invasión rusa de Ucrania. “En este contexto de guerra en Ucrania, una de las prioridades fundamentales es asegurar el suministro gasístico de Europa y la diversificación energética”, subraya a este diario Eduard Soler, investigador del norte de África de CIDOB. “Washington quiere que Argelia desempeñe un papel energético mayor en colaboración con sus socios europeos”. 

Argelia ya rechazó una solicitud estadounidense de aumentar el flujo de gas a Europa mediante la reapertura del gasoducto que atraviesa Marruecos durante una reciente visita de la subsecretaria estadounidense, Windy Sherman. “Argelia ya está bombeando en máximos de gas. No creo que el departamento de Estado americano presione para que suba mucho la producción. Lo que sí querrán es consolidar el suministro ya existente”, afirma Intissar Fakir. 

Presencia de Rusia en la región

El galimatías geopolítico que une al norte de África con la guerra en Ucrania tiene uno de sus vértices en Rusia. Tiene una presencia creciente en la región: hay mercenarios rusos en Libia y el Ejército ruso apoya a Bashar al-Assad en Siria. Moscú mantiene, además, una relación estrecha con Argel. 

Sobre el Sáhara, Rusia aboga por que el conflicto se resuelva en “conversaciones directas entre Marruecos y el Frente Polisario” con la “mediación de la ONU”, según dijo el pasado junio la portavoz de la diplomacia rusa, María Zajárova. 

El apoyo de Naciones Unidas para la resolución del conflicto del Sáhara también ha sido subrayado por Blinken en su visita a Marruecos. Washington asegura que “apoyan con firmeza los esfuerzos del Enviado Especial para el Sáhara Occidental, Staffan de Mistura”, y que están “totalmente comprometidos diplomáticamente, con el apoyo de Naciones Unidas y junto a los socios internacionales, a apoyar un proceso político creíble que lleve a una solución duradera”. 

Tono positivo de Argelia

“Estoy complacido con la fructífera sesión de trabajo con el Secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken”, ha dicho el ministro de Exteriores argelino, Ramtan Lamamra. Ha calificado las conversaciones como "prometedoras para consolidar la asociación bilateral entre los dos países y fortalecer nuestro compromiso de promover la paz y la estabilidad a nivel regional e internacional".

Blinken ha subrayado que las relaciones económicas entre los dos países siguen mejorando y que Estados Unidos quiere aumentar la presencia de empresas estadounidenses en este país magrebí. “Incluir a Argelia en esta visita es un mensaje de que, a pesar de la fortaleza de las relaciones entre Marruecos y Estados Unidos (antiguas y sólidas), eso no va en detrimento de tener las mejores relaciones posibles con Argel”, concluye Soler. Un refuerzo de relaciones con Argelia evita el país árabe se escore hacia Moscú.