Es poeta, crítico literario y traductor. Organiza eventos internacionales y jornadas de literatura. Al menos eso es lo que hacía hasta que llegaron las bombas. Ahora se dedica a las “campañas informativas” de apoyo a la causa ucraniana. Guarda rencor a sus compañeros escritores rusos. Ninguno, dice, le ha escrito para mostrarle su apoyo. Tampoco los que se oponían a Putin. Asegura no vivir con miedo, y bromea con que la posibilidad de que le llegue un misil es como “una ruleta rusa”. EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, diario perteneciente al mismo grupo editorial que este medio, habla por videoconferencia con Dmitro Chystiak (Kiev, 1987), vicepresidente de la Asociación Nacional de Escritores de Ucrania, en Kiev, para ver cómo es la vida de los escritores en un país asediado.

¿Cómo es su vida, su rutina, en medio de la invasión?

Ha cambiado mucho. Antes me dedicaba a proyectos literarios y culturales con mis socios internacionales. El 24 de febrero empezó mi nueva vida: ataques a cualquier hora del día o de la noche. Ahora mismo, mientras hablo contigo, se está llevando a cabo un ataque. 

Un hombre pasea por delante de un centro comercial bombardeado en Kiev. EFE

¿Y no tiene que bajar al refugio?

Mi familia y yo hemos decidido no bajar. Con dos muros de separación con una ventana, el daño no será demasiado y podríamos sobrevivir. Mucha gente se queda. Ahora pasamos todo el día tratando de ayudar a los refugiados, alojándolos en las casas de escritores de otros países. También llevamos a cabo campañas de información sobre lo que está pasando en nuestro país y lo que le espera en el futuro. 

¿Cómo sigue la vida en Kiev?

Aquí estamos mucho mejor que en otros lugares del país. Hay muchas cosas abiertas, no es una ciudad cerrada. Pero existe un régimen especial: algunos días hay toques de queda. Cuando no lo hay, la gente va a los parques, a las calles a pasear, a los cafés. Pero casi todos ayudan también al Ejército o a los refugiados. Hay pocos que no hayan comprendido que es necesario y sigan con la vida normal.

Un hombre camina junto a coches destruidos en Kiev. Reuters

Supongo que no hay mucha vida cultural…

No la hay. La vida cultural no se parece en nada a lo que había. La gente no va a los teatros, a los cines, no hay encuentros literarios en nuestra asociación de escritores. Sí que podemos hacer cosas online. Pero no todos los escritores se manejan bien con Internet. Algunos son mayores. Nuestra asociación (fundada en 1934) tiene 2.000 escritores por todo el país, 700 de ellos en Kiev. 

La tensión emocional en estos momentos debe ser alta, sin saber si el Ejército de Putin llegará a la ciudad. ¿Cómo lidia con ello?

Los primeros días, cuando empezó la guerra, mucha gente estaba pensando en la muerte. Pero cuando empezamos a ver todo el dolor y la muerte a nuestro alrededor: amigos que han muerto, familiares que han muerto… Entonces comprendimos que se trata de una cuestión de a cuánto riesgo te expones. Por supuesto, cualquiera de nosotros puede morir en cualquier momento por un misil ruso. Es un poco una ruleta rusa [ríe]. Pero si nos quedamos en ese temor, no podemos ser útiles a nuestro país. 

El escritor ucraniano Dmitro Tchystiak junto a un sacerdote ortodoxo. Cedida por Dmitro Tchystiak

¿Se consideraba un pacifista antes de la guerra?

Creo que todos los escritores tenemos una visión estética del mundo y ven la paz como algo necesario para el progreso. Yo he trabajado toda mi vida por las relaciones culturales con otros países, de Asia, Europa, América… Cuando Rusia empezó la guerra, en 2014, cuando nos agredieron en Crimea y Donbás, comprendimos lo que venía después. Comprendimos las posibles consecuencias de esta guerra. 

¿Está escribiendo sobre esta experiencia? ¿Lleva un diario?

No llevo un diario, pero sí trato de plasmar los eventos más importantes, los que tienen más impacto emocional. Quiero compartir ese material más adelante. También quiero recolectar escritos de otros escritores sobre la situación en Ucrania y hacer un libro con todos ellos. Un collage de historias de esta guerra. Será interesante para los ucranianos, quizá también para fuera de Ucrania. 

Residentes del edificio residencial que fue alcanzado por los bombardeos de artillería se lamentan, en Kiev. EFE

¿Ha tenido que hacer entrenamiento militar?

Por mis problemas de salud, tengo muy mala vista, no. Los que tienen formación militar sí van al Ejército. El resto puede ser movilizado, también yo. Yo, por supuesto, iría, podría ser útil en algún lado. Ahora, por ejemplo, soy útil en lo que hago, porque consigo más apoyo para el Ejército. Hago algo que otros no pueden, por mis relaciones internacionales. Creo que es útil para la victoria de Ucrania.

¿Cómo va a terminar todo esto? ¿Van a conseguir completar la invasión?

Creo que Ucrania ganará, algún día. La cuestión es cuándo será. Kiev ya no está rodeada, aunque muchas ciudades alrededor han sido destruidas. Rusia está perdiendo muchas tropas. Pero tenemos dos millones de habitantes. Con los miles de soldados rusos no van a podernos hacer daño.

¿Tiene miedo a una bomba nuclear?

No. Si la lanzan destruirían parte de Bielorrusia y de Rusia, y otros países cercanos a Ucrania. Si alguien quisiera usar estas armas en Rusia, sería asesinado antes de conseguirlo [ríe]. Si es Putin, le derrocarán de inmediato. 

Una mujer ucraniana recoge a su hijo de los brazos de su marido a través de una valla en Irpín. EFE

¿Tiene amigos rusos? ¿Habla con ellos?

Llevamos ocho años de guerra con Rusia ya. Antes teníamos contacto con escritores rusos. Cuando íbamos a los encuentros internacionales, en París o Bruselas, yo ya no tenía muchos amigos rusos. No puedes ser amigo de verdad en esa situación. Pero tenía contacto con gente de la cultura. Algunos de ellos comprendían los problemas de Rusia y su sistema totalitario, y lo sufrían. Comprendo que en Rusia es muy peligroso ahora hablar de la guerra porque te arriesgas a 15 años de cárcel. Pero no he recibido ni un correo o mensaje de esta gente que conocía para mostrarme algo de apoyo o de pena por lo que está ocurriendo. Para mí es muy significativo. Entiendo que no puedan hablar en público pero, ¿al menos un mensaje privado para decirme que esto es una tragedia? Nadie. Para mí, esa idea de una élite cultural rusa que en realidad sufre el régimen no es cierta. Casi todos están callados, y muchos lo apoyan. Mucha gente de la asociación de escritores de Rusia apoyan a Putin, incluso firman cartas de apoyo. Algunos han firmado cartas contra la guerra, pero no son la mayoría.