Montenegro es un país diminuto. Es un poco más pequeño que Burgos, y solo viven en él 650.000 habitantes. Pero sus casi 300 kilómetros de costa, repletas de bahías y estuarios, son estratégicas. 

Lo son para la OTAN, que lo adhirió como país miembro en 2017 pese a contar con un ejército de apenas 2.000 soldados. Y es que con su incorporación, la Alianza Atlántica conseguía dominar todos los puertos del Mar Adriático. 

Y sus costas son claves también para los oligarcas rusos cercanos al Kremlin sobre los que pesan las sanciones de EEUU, la Unión Europea y Reino Unido, ya que encuentran en ellas aguas seguras para evitar que sus bienes sean confiscados o congelados. De momento. 

Es la 'paradoja Montenegro'. Un país de la OTAN y aspirante a integrar la Unión Europea que en medio de la guerra de Ucrania ofrece cobijo a los multimillonarios rusos, que poseen, por otra parte, el 40% de la costa del país -sus idílicas costas son un destino predilecto para los rusos-. 

Mientras los buques y barcos de los miembros de la Alianza Atlántica que tiene desplegados en el Mediterráneo pueden operar en el puerto montenegrino de Kotor, a pocas decenas de millas de distancia, a los amarres de Tivat, han llegado los yates de los hombres cercanos a Vladimir Putin.   

"Montenegro no es un Estado miembro de la UE todavía y, por tanto, las sanciones que han dispuesto los 27 no le obligan [a sancionar]. Se encuentra todavía en las negociaciones para acceder a la UE", explica María García Casas, profesora ayudante de Derecho Internacional Público de la Universidad Autónoma de Madrid. 

Reunión con Putin

El primero de los superyates que llegó a Montenegro fue el 'Galactica Super Nova' el pasado uno de marzo. Propiedad de Vagit Alekperov, ex viceministro del Petróleo de la Unión Soviética y presidente de la petrolera rusa Lukoil, el barco, de 70 metros de eslora, partió de Barcelona el 26 de febrero.

 

Dos días antes su dueño había acudido al Kremlin junto a otros 12 empresarios "paraestatales" para escuchar de boca de Putin sus razones para invadir Ucrania. 

Así que con los misiles rusos comenzando a estallar en Ucrania y la amenaza de congelación de activos reactivándose, decidió que su barco abandonara los astilleros MB92 de Barcelona, donde los barcos de los superricos se someten a labores de mantenimiento y 'refit' y se dirigiera a un destino seguro. 

24 horas después de atracar en Tivat, la tarde del 2 de marzo, el megayate salió de puerto hacia mar abierto, frente a la costa, y ahí apagó el radar, según el portal de localización de navíos Marine Traffic.  

De los muelles de Barcelona salió también el yate de Roman Abramovich 'My Solaris' hace apenas una semana. El barco, de 140 metros de eslora -tan grande como el Palacio de Buckingham- y valorado en 500 millones de euros, se dirigió también al puerto de Tivat, donde paró 36 horas antes de irse a fondear frente a la costa, donde se encontraba ayer al cierre de esta edición.

Roman Abramovich, en el palco de Stamford Bridge. Reuters

Otro de los megayates del dueño del Chelsea y la mayor parte del accionariado del gigante del acero Evraz PLC, el Eclipse, se dirige asimismo al este del Mediterráneo tras cruzar el Estrecho de Gibraltar, según los últimos datos que reportó el buque el pasado día 13 poco después de pasar el Peñón. Este yate está valorado en 350 millones de euros. 

Con su movimiento, tanto Abramovich, que ayer fue visto en el aeropuerto internacional Ben Gurion de Tel Aviv mientras la UE hacía efectivas las sanciones sobre él, como Alekperov, ponen a salvo sus lujosos barcos y evitan que sean confiscados como le ha ocurrido al magnate multimillonario del carbón y fertilizantes Andrei Melnichenko, cuyo yate "SY A" ha sido incautado en Trieste (Italia).

O a Alisher Usmánov, cuyo megayate Dilbar, de 156 metros de eslora, fue el primero en ser retenido a principios de marzo en Hamburgo. 

Para los expertos en Derecho Internacional Público consultados, los oligarcas buscan el refugio para sus propiedades en Montenegro porque allí evitan las sanciones por el momento. 

"Si las sanciones las hubiera dispuesto el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (como ha ocurrido en otras ocasiones), todos los Estados miembros de Naciones Unidas estarían obligados a hacerlas efectivas, incluido Montenegro", señala la profesora María García Casas, "pero dado el bloqueo del Consejo de Seguridad por el veto de Rusia, no se han adoptado sanciones de parte de la ONU".

Opción "arriesgada"

"Tal y como está organizado el sistema internacional la única instancia con competencias para tomar medidas coercitivas es el Consejo de Seguridad de la ONU", prosigue la profesora, que recuerda que se han ejecutado "sanciones individuales o a empresas" vinculadas a Al Qaeda desde el 11-S que conlleva la congelación de activos. 

Para Jonatan Cruz, profesor de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad de Jaén, la elección de Montenegro, aunque plausible, le "parece arriesgada" en comparación con Las Maldivas, otro de los destinos a los que se dirigen estos días otros oligarcas rusos con sus megayates. 

"Las Maldivas es el destino más seguro, porque no tiene tratado de extradición con EEUU y las relaciones con la UE son tensas, ya que el país no deja que observadores internacionales supervisen sus elecciones presidenciales", señala el profesor, que incide: "Allí el buque o el yate lo van a tener con ciertas garantías". 

Montenegro, sin embargo, no lo considera un destino seguro para los megarricos. Cruz recuerda que Montenegro, tras independizarse de Serbia en 2006, lleva diez años negociando con la UE ser estado miembro. "Unas negociaciones que están paralizadas", aprecia el profesor, que recuerda que la Comisión Europea aprobó un plan económico de inversiones para los Balcanes occidentales en 2020. 

En concreto es el 'Instrumento de ayuda a la preadhesión' que sirve para brindar apoyo a Albania, Macedonia del Norte, Serbia y Turquía y que cuenta con un presupuesto total de 14.162 millones de euros para el periodo 2021-2027.

Según el profesor, los oligarcas rusos esperan que "no haya cooperación porque es un país candidato", pero explican que puede haber intereses por parte del gobierno montenegrino en amenazar con sanciones porque "podría ser moneda de cambio". "No lo veo un destino idóneo, es una apuesta arriesgada". 

De acuerdo al profesor de Derecho Administrativo de la UE Joseba Fernández de Gaztea de la Universidad de Navarra, "en tanto que no ha firmado el tratado internacional de acceso, Montenegro no tiene obligación legal de cumplir con el Derecho de la UE. Sí que tiene obligación, sin embargo, de cumplir con el contenido del acuerdo de estabilización y asociación firmado el 15 de octubre de 2007". 

"De este acuerdo", prosigue el profesor, "no se deduce claramente que Montenegro tenga la obligación de ejecutar sanciones que la UE imponga a terceros países; se trata solo de alinear progresivamente las posturas en política exterior y en otros ámbitos, no de cumplir el Derecho de la Unión directamente".

Lo que sí es cierto, subraya el profesor, es que "si Montenegro adopta una posición respecto a Ucrania que dificulte la de la UE, la Comisión reconsiderará lo que ha escrito ya para el capítulo 31 (política exterior, de seguridad y defensa)". 

"La Comisión apreció en 2021 que el hecho de que Montenegro estuviera 100% alineado con las posiciones del Consejo y del Alto Representante confirmaba su voluntad de seguir el camino que marca la UE (p. 113 del informe de la Comisión, adjunto). Visto lo que la Comisión transmita cuando se cierren este y los demás capítulos de la negociación con Montenegro todavía abiertos, el Parlamento y el Consejo elegirán aceptar o denegar su entrada", explica.

En cualquier caso, si alguna de las instituciones no acepta la entrada "porque, imaginemos, Montenegro apoya a la Federación Rusa, los Estados Miembros no pueden firmar el tratado de acceso y Montenegro se queda fuera de la UE". "Si, en cambio Montenegro adopta una posición contraria a la UE y después rectifica, es posible que se retrase todo su proceso", concluye.