Los expertos hablan de la actividad diplomática más frenética desde la guerra de los Balcanes. La diplomacia con mayúsculas entra en otra semana decisiva con el último objetivo de evitar la confrontación bélica en territorio ucraniano y con el precedente de múltiples reuniones en el último mes que han servido más bien para poco. Los ministros de Exteriores de la UE tienen previsto entrevistarse el lunes con el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, sobre los últimos contactos que el estadounidense ha mantenido con Rusia sobre el contencioso con Ucrania.

En particular, el que Blinken mantuvo el viernes en Ginebra con el jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, para abordar el refuerzo militar ruso en la frontera ucraniana, donde se comprometió a presentar por escrito una respuesta a las demandas de Rusia para que la OTAN no siga ampliándose cerca de sus fronteras.

Observadora del frenesí diplomático entre EEUU y Rusia, la Unión Europea (UE) no quiere quedar al margen de unas discusiones que afectan a la seguridad en su propio territorio por lo que invitará a Blinken a unirse por videoconferencia a la reunión prevista de los ministros de Exteriores para que comparta su información. Lo ha confirmado el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell: "El objetivo es compartir con los ministros de la UE el diálogo entre Rusia y EEUU y cómo estamos avanzando en nuestra reflexión sobre ello".

Sanciones preparadas

Los ministros europeos esperan aprobar en su reunión del lunes unas conclusiones sobre la seguridad europea en las que, según fuentes diplomáticas, expresarán la "muy fuerte unidad internacional" frente a Rusia y pondrán negro sobre blanco el decálogo que esbozó Borrell durante el encuentro informal que mantuvieron la semana pasada en Brest (Francia). Esos diez puntos reúnen reclamaciones a Moscú como el rechazo "al intento ruso de crear esferas de influencia en Europa" similares a las que había antes de la caída de la URSS, o la advertencia de sanciones si ataca a Ucrania, pero también la voluntad de seguir negociando con Rusia.

La situación actual, con miles de tropas rusas preparadas junto a la frontera ucraniana, supone "el reto más grave para el orden de seguridad europeo desde principios de los años 90, desde el final de la Guerra Fría", recordaron fuentes comunitarias. En 2014, cuando Rusia se anexionó ilegalmente la península ucraniana de Crimea, la UE pudo aprobar sanciones económicas e industriales en tan solo 72 horas al estar ya preparadas.

En el mismo vaivén diplomático, la ministra de Asuntos Exteriores británica, Liz Truss, podría visitar Moscú en el marco de los planes que están estudiando las autoridades, ha confirmado una portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, según la agencia de noticias TASS. La visita de un jefe del Foreign Office a Moscú sería la primera desde que Boris Johnson, actual primer ministro del Reino Unido, viajó a la capital rusa en diciembre de 2017. Una alta fuente del Ministerio de Defensa británico dijo el sábado que el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, también había acordado conversaciones en Moscú con su homólogo británico Ben Wallace.

Alemania, en entredicho

En este contexto, el incidente diplomático con Ucrania provocado por las declaraciones del jefe de la marina alemana ha puesto en aprietos al Gobierno de Olaf Scholz quien, desde su llegada al poder, ha tenido dificultades para convencer sobre su voluntad de mantenerse firme con Rusia. El vicealmirante Achim Schoenbach, que dimitió horas después de que le desautorizaran, calificó de "sandez" la idea de que Rusia podría invadir Ucrania y consideró que Vladimir Putin "probablemente merece" respeto.

Pese a su destitución forzada, la irritación de Kiev continúa siendo muy fuerte, alimentada además por la negativa de Berlín a brindarle armas. Mientras Estados Unidos, Reino Unido y los países bálticos anunciaran el envío de armas a Ucrania, Berlín considera que esta forma de apoyo solamente exacerbaría las tensiones.