Quince residencias alrededor del mundo, caballos de carreras pura sangre, 80 sirvientes en palacio, un yate de 450 millones de euros, una habitación entera llena de joyas y en una ocasión el gasto de 2,3 millones de euros en fresas. La batalla judicial en el divorcio y la custodia de los hijos del emir de Dubái y su exesposa ha dejado al descubierto el obsceno tren de vida de la realeza en Oriente Próximo. Mohammed bin Rashid al Maktum, de 73 años, ha hecho historia muy a su pesar en los tribunales ingleses. El juez Philip Moor ha ordenado el pago de 550 millones de libras (645 millones de euros) a su sexta esposa, la princesa Haya, y a los dos hijos de la pareja, la suma más alta jamás fijada en un caso de divorcio en el Reino Unido.

De acuerdo con la sentencia hecha pública en el Tribunal Superior de Londres, Haya, de 47 años, hija del fallecido rey Hussein de Jordania, recibirá 295 millones de euros y sus hijos, Jalila, de 14 años, y Zayed, de 9, se beneficiarán de pagos continuos, con una garantía bancaria de 340 millones de euros, para asegurar su manutención mientras sean menores de edad y para que puedan gozar de seguridad financiera cuando sean adultos. El emir, que es vicepresidente y primer ministro de Emiratos Árabes Unidos, deberá además abonar otros 3,5 millones para la educación de los niños y 11 millones más por retrasos en la manutención.

La sentencia revela que la princesa supuestamente pagó 7,8 millones de euros a cuatro miembros de su servicio de seguridad que habían amenazado con desvelar el 'affaire' de la esposa del emir con uno de los guardaespaldas, el británico Russell Flowers. La aventura acabó con 16 años de matrimonio y llevó a la princesa a escapar de Dubái. El dinero para los chantajistas salió de las cuentas designadas para el cuidado de sus hijos. "Tenía mucho miedo y era el único dinero disponible dada la cantidad", se había justificado Haya. El juez Moor reconoce que había "un claro y presente riesgo" para la princesa y los dos menores y que "la principal amenaza" era el emir. Ese peligro, reconoce el magistrado, no acabará nunca. "Va a ser un claro y presente riesgo para el resto de su vida, tanto por parte de su exmarido o por terroristas o por otras amenazas a las que se enfrenta una princesa de su posición".

Espionaje y secuestros

En una sentencia previa el pasado mes de octubre, el alto tribunal de Londres había concluido que el emir autorizó a sus agentes a piratear el móvil de Haya, que había escapado en mayo del 2019 con sus hijos a Londres, donde posee una casa de más de 100 millones de euros en el barrio de Kensington. Los agentes también interceptaron el móvil de Fiona Shackleton, la abogada de la princesa y una de las letradas más famosas del país cuando hay un divorcio multimillonario de por medio. Shackleton representó a Carlos de Inglaterra contra Diana de Gales y a Paul McCartney frente a Heather Mills.

El emir, con al menos seis esposas y 30 hijos, es un gran amigo de la reina Isabel II, a la que le une la afición por las carreras de caballos. Su reputación se ha visto seriamente dañada al haber ordenado, según ratificó otro tribunal británico, el secuestro de su hija Latifa, capturada cuando huía en un yate en las costas de la India en 2017, y su hermana Shamsa. Esta última fue raptada en el año 2000 en la ciudad inglesa de Cambridge. Ambas fueron devueltas a Dubái y mantenidas cautivas. La princesa Haya sabía de todo ello y temía que ella y sus hijos corrieran idéntica suerte, e incluso temía por su vida. Sus abogados alegaron que necesitará una suma formidable de dinero para garantizar permanentemente su seguridad las 24 horas del día.