Un terremoto de magnitud 7,3 agitó este martes las aguas de la región central de Indonesia y provocó una alerta de tsunami en la isla de Flores, que al final fue desactivada sin que se registraran daños graves.

El movimiento telúrico, localizado a escasa profundidad del lecho marino, se sintió con fuerza en varias localidades indonesias, donde centenares de residentes abandonaron a la carrera sus hogares y puestos de trabajo para buscar refugio en zonas altas de la isla.

El servicio geológico de Estados Unidos (USGS), que registra la actividad sísmica mundial, estimó que el terremoto tuvo una magnitud en 7,3 grados y lo localizó a una profundidad de 18 kilómetros, mientras que las autoridades indonesias apuntaron una magnitud del 7,4 y lo situaron a 10 kilómetros bajo el lecho marino.

La intensa sacudida, que tuvo logar a las 11.20 hora local (03.20 GMT) y a más de 110 kilómetros al norte de la isla de Flores, llevó a las autoridades locales a activar una alerta de tsunami al determinar que existía riesgo en las zonas costeras.

En un vídeo publicado por testigos en las redes sociales, un grupo de pobladores trepa hasta una colina desde donde observan atentamente el mar.

El departamento indonesio de meteorología indicó de manera preliminar que el nivel del mar podría alcanzar el medio metro de altura.

No obstante, las olas solo crecieron siete centímetros en algunas poblaciones, indicó en un comunicado la Agencia Nacional de Gestión de Desastres de Indonesia, al levantar la alerta de tsunami, algo menos de dos horas después de activarla.

Además, una persona sufrió heridas menores en la ciudad de Manggarai, en la isla de Flores, y una escuela y algunas casas sufrieron daños en la isla de Selayar, en el sur de Célebres, apuntaron las autoridades.

Decenas de réplicas

El terremoto ha estado acompañado por decenas de réplicas, la más fuerte de magnitud 5,6, apunta el departamento de meteorología.

Indonesia se asienta sobre el llamado Anillo de Fuego del Pacífico, una zona de gran actividad sísmica y volcánica en la que cada año se registran unos 7.000 terremotos, la mayoría moderados.

La falta de mantenimiento y el robo de algunas de las balizas en alta mar que determinan la posibilidad de que exista un tsunami tras un sismo ha propiciado en algunas ocasiones que no se enciendan las alarmas para evitar la pérdida de vidas ante un desastre natural.

En septiembre de 2018, unas 4.340 personas murieron y unas 5.000 fueron dadas por desaparecidas a raíz de un potente terremoto de magnitud 7,5 que causó un tsunami y la licuefacción del suelo en parte de la isla de Célebes.

Tres meses después, un tsunami dejó más de 430 muertos en las poblaciones costeras de las islas de Java y Sumatra al derrumbarse parte del volcán Anak Krakatau, entre ambas islas, tras una fuerte erupción.

El mayor tsunami de la historia reciente de Indonesia sucedió el 26 de diciembre de 2004, cuando un terremoto de magnitud 8,9 con epicentro frente a la isla de Sumatra (Indonesia) creó una gigantesca ola que golpeó a una docena de países bañados por el océano Índico y causó unos 230.000 muertos, 170.000 de ellos en Indonesia.