A Boris Johnson le han pillado en una nueva mentira y el Gobierno está enfangado en otra crisis, de la que el primer ministro trata de zafarse echando la culpa a otros. El año pasado por estas fechas la epidemia de coronavirus hacia estragos en el Reino Unido. Había cientos de muertos cada día y el país vivía sometido a graves restricciones, incluida la prohibición de reuniones de personas de distintos hogares en espacios cerrados. La Navidad estaba condenada.

La policía vigilaba el cumplimiento de las normas impuestas. Los agentes que custodian la residencia oficial del primer ministro en el 10 de Downing Street nada vieron ni oyeron, sin embargo, de la fiesta navideña que se celebró allí el 18 de diciembre. Londres ya había entrado en el nivel 3, confinamiento máximo. Ese día hubo 489 fallecidos por covid.

Copas, canapés y dimisión

La sala de la residencia estaba el día de autos abarrotada, según cuentan los que se han ido de la lengua. Distancia social cero. Hubo copas, canapés y la juerga duró hasta pasada la medianoche. Según 'The Times', había sido convocada a través de un grupo de WhatsApp, pidiendo a los asistentes que llevaran un regalo secreto de Santa Claus.

Después de que la pasada semana el diario 'The Mirror' revelara lo ocurrido, Johnson negó en la Cámara de los Comunes tener conocimiento de la fiesta. En la misma línea sus portavoces siguieron negado que hubiera habido tal 'party'. Un miembro del Gobierno, Dominic Raab, llegó a decir algo tan absurdo como que la policía no puede investigar un hecho ocurrido hace un año. Raab es el ministro de Justicia.

La prueba irrefutable surgió este martes cuando la cadena de televisión ITV emitió un vídeo en el que la entonces portavoz de Johnson, Allegra Stratton, bromeaba sobre la fiesta con otros responsables del equipo del primer ministro, cuatro días después de la celebración. Stratton presentó este miércoles su dimisión como consejera de Johnson

Daño a la credibilidad

Atrapado y contra las cuerdas, Johnson compareció en la sesión semanal de control del Parlamento entre gritos y abucheos. "Estoy furioso. Pido perdón por esta ofensa a todo el país y por la impresión que ha dejado. Se me dijo en todo momento que no había habido fiesta, y que se habían respetado las normas. He ordenado una investigación interna y habrá sanciones disciplinarias si se encuentran culpables". Johnson pidió disculpas, pero no asumió la responsabilidad de lo ocurrido y tuvo el descaro de acusar al líder de la oposición, Keir Starmer, de "hacer política" con el asunto. "Ustedes sabían que hubo una fiesta, que iba contra las reglas, no podían reconocerlo, y pensaron que era muy gracioso", le reprochó el laborista. "Incluso usted debe entender el daño que ha hecho todo esto a su credibilidad, a la hora de imponer nuevas restricciones sociales para combatir el virus". El Gobierno estaría a punto de anunciar nuevas medidas debido al aumento de contagios de la variante ómicron.

Más fiestas encubiertas

La historia no hay concluido. El líder del Partido Nacional Escocés (SNP) en Westminster, Ian Blackford, pidió la dimisión de Johnson y señaló informaciones sobre tres fiestas celebradas en Downing Street el pasado invierno. De momento, el ministro de Educación, Gavin Williamson, ha reconocido oficialmente que celebró la Navidad con una veintena de miembros de su departamento el 10 de diciembre del año pasado. "Visto retrospectivamente aceptamos que hubiera sido mejor no habernos reunido de esa forma en ese particular momento", ha señalado en un comunicado.