Es algo que hacen ya numerosos puertos en Europa, Asia y otras partes del mundo pero la noticia ofrecida este miércoles de que en Estados Unidos el puerto de Los Ángeles operará las 24 horas los siete días de la semana se ha dado con toda la pompa posible, con un acto en la Casa Blanca protagonizado por el presidente Joe Biden. Tiene su sentido: la explosiva combinación que la pandemia ha creado a nivel mundial de cuellos de botella en la cadena de suministros, escasez de algunos bienes y precios disparados golpea con fuerza EEUU y está extendiendo la frustración.

La situación está desatando una nueva crisis para Biden y contribuye a lastrar sus índices de aprobación, que han caído al 44,1% según la media de encuestas de Real Clear Politics. Y el presidente y su Administración quieren lanzar el mensaje de que están poniendo todo su esfuerzo en tratar de hacerle frente, aunque el peso de las soluciones recae principalmente en el sector privado.

En febrero Biden firmó una orden ejecutiva para tratar de aliviar esos atascos logísticos. En junio puso en marcha un grupo de trabajo centrado en los problemas de la cadena de suministro con Pete Buttigieg, Gina Raimondo y Tom Vilsack, secretarios respectivos de Transporte, Comercio y Agricultura. En agosto nombró a un enviado especial para puertos, John Porcari. Y este miércoles ha organizado una mesa redonda virtual con líderes portuarios, sindicales, empresariales y de otros sectores de transporte y logística, tras la que ha realizado el anuncio del puerto de Los Ángeles y también el compromiso de seis grandes empresas (Walmart, Fedex, UPS, Target, Home Depot y Samsung) para trabajar y mover mercancías en las nuevas horas, que hace unas semanas extendió ya el también californiano puerto de Long Beach.

“Este es el primer paso clave para mover todo nuestro sistema de transporte de cargo y de logística de suministro en todo el país a un sistema 24/7” ha dicho Biden en unas declaraciones públicas tras la reunión, que se ha producido el mismo día en que las presiones inflacionarias se ratificaban con el dato de que el IPC subió un 5.4% en septiembre en EEUU. “Nuestra meta no es solo superar este cuello de botella actual sino lidiar con las debilidades de nuestra cadena de transporte de suministros que vienen de lejos y que la pandemia ha expuesto”.

El cuello de botella

Las nuevas horas de operación en Los Ángeles y Long Beach van dirigidas a intentar desatascar el cuello de botella en esos puertos, por los que entran el 40% de las importaciones de EEUU y a cuyas puertas permanecen anclados docenas de barcos, en esperas para poder descargar que alcanzan 11 días de media en el caso de Los Ángeles.

Algunas voces han criticado que la apertura continuada es “solo maquillaje” y apuntan a que, por ejemplo, en Long Beach solo una de las seis terminales de contenedores trabaja sin descanso, y solo de lunes a jueves. La Administración, además, ha calculado que en Los Ángeles se podrán descargar 3.500 contenedores más por semana con el nuevo horario. Solo esta semana se esperan allí casi 79.300.

Los problemas, además, se extienden más allá de la descarga. Porque hay también retrasos una vez que los bienes ya están en tierra, con almacenes llenos y escasez de camioneros. Y todo amenaza particularmente a la campaña comercial navideña.

El limitado poder público

Biden enfrenta el reto de que el poder del gobierno ante esta situación es limitado, pues prácticamente todo en la cadena de suministro depende del sector privado. El demócrata ha desoído de momento las llamadas de quienes sugieren que despliegue ayuda pública, por ejemplo moviendo contenedores a tierras federales o estatales o usando recursos físicos o económicos de Defensa, aunque este miércoles ha prometido que el sector privado “tendrá apoyo federal si es necesario”.

Por ahora el gobierno se centra, según explicaban el martes fuentes de la Administración, en ser un “negociador honesto” que ayude a unir a todos los actores privados en la respuesta a la crisis, incentivando por ejemplo que compartan datos o intensifiquen las comunicaciones. Pero Biden ha reclamado también al sector privado este miércoles que “de un paso adelante”.

Biden, asimismo, defiende que un elemento que contribuiría a la crisis será la aprobación de propuestas legislativas como su plan de infraestructuras, que incluye 17.000 millones de dólares para modernizar los puertos y un total de 200.000 millones para puertos, aeropuertos, vías ferroviarias y carreteras y puentes. “En la pandemia hemos visto el coste de la falta de acción, los retrasos, la congestión que afecta a todos los estadounidenses”, ha dicho. “Somos totalmente capaces de actuar y asegurar que nunca sucede de nuevo”.