Las tropas de Estados Unidos se marcharán de Afganistán el 31 de agosto como estaba previsto. Así lo ratificó el martes el presidente norteamericano, Joe Biden, en la cumbre virtual de emergencia de los líderes del G7, el grupo que integra a los países más ricos del mundo. De nada valieron las presiones y los intentos de persuasión de aliados como el Reino UnidoFrancia Alemania, para prolongar la evacuación desde Kabul. Poco antes del inicio de la reunión el portavoz del Pentágono, John Kirby, ya había indicado que el plazo concluiría "a final de este mes".

Los riesgos en torno a la seguridad en Afganistán y el rechazo de los talibanes a conceder una prórroga han determinado la decisión de Washington. El fin de la presencia del Ejército estadounidense implica la salida inminente también del resto de efectivos de otros países extranjeros. Poco antes de la cumbre se supo que el jefe de la CIA, William Burns, se había entrevistado en secreto el lunes con el jefe de los talibanes en Kabul.

El presidente Biden acudió la reunión muy debilitado políticamente en su país y con serias diferencias sobre la evacuación con respecto a sus aliados occidentales. Los medios conservadores estadounidenses han calificado su decisión de dar por terminada la misión en menos de una semana como "una rendición" inaceptable. En realidad, ni el G7 ni Washington tenían el poder para fijar la fecha. La última palabra corresponde a los talibanes, que este martes repitieron que no habrá extensión del plazo para completar la evacuación de extranjeros. En esos momentos, sobre el terreno, los insurgentes ya impedían a los afganos viajar hasta el aeropuerto.

Antes de la reunión, el ministro de Defensa británico, Ben Wallace, había considerado "improbable" extender el plazo de las tropas británicas para la salida de Afganistán. Francia por su parte advirtió de que podrá fin a la evacuación si Estados Unidos se marcha. Actualmente hay 6.000 tropas de Estados Unidos en el aeropuerto de la capital afgana, más de 1.000 británicas, junto a otros pequeños contingentes de la OTAN.

Futuro compromiso con los insurgentes

La cuestión ahora es cómo tratar de estabilizar una situación catastrófica que puede agravarse aún más. Los dirigentes del G7 acordaron "una hoja de ruta" para encauzar las futuras relaciones con los talibanes y pedirles que permitan la salida de afganos después del 31 de agosto. "Hoy hemos acordado no solo un enfoque conjunto para lidiar con la evacuación, sino también una hoja de ruta sobre la forma en que nos vamos a comprometer con los talibanes", afirmó el primer ministro británico, Boris Johnson, que presidía el encuentro. "La primera condición que ponemos en tanto que G7 es que deben garantizar un pasillo para los que quieran partir. Lo que necesitamos es utilizar la influencia muy, muy considerable como G7 para trabajar con los nuevos poderes en Afganistán, insistiendo en un pasillo seguro, que sea compatible con nuestros valores".

La situación interna del país se puede deteriorar rápidamente cuando desaparezcan las tropas y los periodistas extranjeros ante quienes los insurgentes tratan de pasar como moderados. La presidenta de la Comisión EuropeaUrsula von der Leyen, anunció un incremento por parte de la Unión Europea de la ayuda humanitaria para los afganos de más de 200 millones de euros este año. "La situación es una tragedia para la gente de Afganistán. Este es un enorme retroceso para la comunidad internacional", afirmó.

El dilema de las sanciones

El futuro de la relación con Kabul dependerá del comportamiento del régimen talibán, que hasta ahora ha sido incapaz de presentar a su nuevo gobierno y nombrar quién formará parte de él. Al pánico de los ciudadanos, el miedo y la desesperación se suma la parálisis de la maquinaria de gestión del país, privada de la multimillonaria financiación internacional que antes recibía. Falta dinero en metálico, los cajeros están vacíos, los bancos permanecen cerrados y escasean los alimentos y el agua. Adoptar una línea dura de sanciones, algo que Biden no ha descartado y de lo que China ha advertido en contra, podría afectar a esas futuras relaciones occidentales con Kabul y agravar la crisis humanitaria.

El régimen talibán espera contar con un mayor reconocimiento internacional que en 1996, cuando sólo tres países (Pakistán, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes) lo hicieron. Esta vez el número puede ser más amplio e incluir a China y Rusia, mientras en Occidente esperarán acontecimientos.