No está directamente en el pliego de cargos pero Donald Trump puede sentir desde este jueves un poco más cerca el aliento de la justicia. Después de dos años de una investigación abierta por el fiscal de distrito de Manhattan Cyrus Vance y poco más de un mes después de la convocatoria de un gran jurado, este ha ofrecido a la fiscalía los primeros cargos penales contra la Organización Trump y su consejero financiero Allen Weisselberg, durante tres décadas y media uno de los más estrechos colaboradores del expresidente.

Los cargos han sido presentados este jueves al mediodía en una sala del Tribunal Supremo estatal en el sur de Manhattan. Aseguran que la Organización Trump mantuvo durante 15 años una trama de fraude fiscal e imputa al consejero financiero por 15 delitos relacionados con evasión fiscal por no haber declarado entre 2005 y 2020 impuestos sobre 1,7 millones de dólares en ingresos. Hablan de subidas de sueldos secretas y “audaces pagos ilegales” y de beneficios no monetarios que Weisselberg recibía como complementos a su sueldo, desde el uso gratis de apartamentos en Manhattan o de coches al pago de la costosa matrícula escolar de los nietos (en el mismo colegio donde estudió Barron Trump y que cuesta más de 50.000 dólares al año).

Weisselberg, que ha llegado esposado a la vista después de entregarse voluntariamente a primera hora de la mañana a la fiscalía, se ha declarado no culpable de todos los cargos y ha quedado en libertad bajo fianza y tras entregar su pasaporte.

La imputación se interpreta más allá de los cargos y se ve como la culminación de los esfuerzos de la fiscalía por presionar a Weisselberg a que coopere con la investigación más amplía de Trump y su organización. Esa colaboración no se ha producido hasta ahora y podría llegar si el paso por la cárcel entra en el horizonte de Weisselberg, de 73 años, aunque algunos descartan ese giro de quien ha sido definido como un "soldado" de Trump y extremadamente leal.

La reacción de Trump

Trump ha reaccionado en un breve comunicado en el que ha asegurado que "continúa la caza de brujas política de los demócratas de izquierda radical", la forma en que señala tanto a Vance como a Letitia James, la fiscal general del estado de Nueva York, que ha sumado sus investigaciones a las del distrito de Manhattan.

Hasta ahora el expresidente no ha dado muestras de sentirse amenazado. El miércoles, cuando supo de la decisión del gran jurado de aprobar cargos, reaccionó según fuentes de 'Politico' incluso con entusiasmo por lo que anticipaba que iban a ser cargos leves. De hecho, según una de esas fuentes, pasó directamente a interpretar la imputación en términos electorales. “Esperad a 2024, vais a ver”, dijo el republicano, que mantiene en el aire la posibilidad de volver a presentarse a la presidencia. “Esto le va a hacer daño a adormilado Joe”, uno de sus insultos al presidente Joe Biden.

El argumentario de Trump contra el caso es el mismo que ha reiterado en las últimas horas su círculo. Lo hacían los abogados y portavoces de Weisselberg y la Organización Trump a las puertas del tribunal en Manhattan tras la vista. Y ya la víspera una portavoz de la entidad había emitido un comunicado que aseguraba que se está usando a Weisselberg como “un peón en un intento de tierra quemada de dañar al expresidente”, denunciaba que “el fiscal del distrito plantea un caso criminal que afecta a prestaciones de un empleado que nunca se le ocurriría plantear ni al IRS (Hacienda por sus siglas en inglés) ni ningún otro fiscal de distrito” y concluía: “Esto no es justicia, es política”.

Un leal colaborador

Nadie que no se apellide Trump conoce la organización familiar como Weisselberg, que empezó a trabajar para el padre del expresidente en 1973 pero desde 1986 ha sido un empleado a tiempo completo de Donald Trump y además de consejero financiero de su Organización fue tesorero de la Fundación Trump (disuelta tras otra investigación de uso inapropiada de fondos).

Vance y James centran también sus pesquisas en otras irregularidades que denunció ante el Congreso Michael Cohen, que fue abogado de Trump y testificó, por ejemplo, que Weisselberg fue el cerebro de artimañas contables, incluyendo inventarse valoraciones falsas de las propiedades inmobiliarias de Trump, devaluándolas para lograr ventajas fiscales e inflándolas cuando querían conseguir préstamos. Cohen también señaló a Weisselberg por orquestar la trama para silenciar antes de las elecciones de 2016 con un pago de 130.000 dólares a Stormy Daniels, la estrella del porno que aseguró haber tenido una relación sexual con Trump.