Alivio. Ese fue el sentimiento con que se recibió en Londres el acuerdo entre el Reino Unido y la Unión Europea. Alivio del propio primer ministro, Boris Johnson, y del mundo empresarial, que llevaba meses temiendo lo peor.

“Hemos completado el mayor acuerdo comercial firmado nunca por valor de 668.000 millones de libras (742.000 millones de euros) al año, un acuerdo amplio al estilo Canadá entre el Reino Unido y la Unión Europea”, anunció Johnson durante su comparecencia. “Un acuerdo que va a proteger puestos de trabajo, que va a permitir vender los productos británicos sin tarifas, sin cuotas, al mercado de la UE”.

El primer ministro calificó de “razonable” el acuerdo de pesca alcanzado, con un periodo de transición de cinco años y medio. “Vamos a ser un estado costero independiente con total control de nuestras aguas, con la cuota británica en nuestras aguas aumentando sustancialmente de aproximadamente la mitad ahora, a casi dos tercios en cinco años y medio”.

Control de leyes y destino

Johnson exaltó la soberanía recobrada, principal argumento de los defensores de la salida de la UE. “Hemos recuperado de nuevo el control de nuestras leyes y de nuestro destino”, declaró repitiendo el slogan con el que ganó el referéndum del 2016. “Este acuerdo” añadió “plasma lo que la gente votó”.

Lo pactado traerá “estabilidad” y perfilará la futura relación con la UE . “Creo que este acuerdo significa una nueva estabilidad, una nueva certeza, en lo que a veces ha sido una relación beligerante y difícil. Vamos a ser vuestros amigos, vuestros aliados, os vamos a apoyar y no olvidemos que sois nuestro principal mercado”, ha dicho

Problemas constitucionales

Johnson hizo un llamamiento a los británicos para que pasen página y “dejen atrás las divisiones del brexit”, pero la salida de Europa se hace en contra de muchos y puede acarrear problemas constitucionales. “El Brexit ocurre contra el deseo de Escocia y no hay acuerdo que puede nunca igualar lo que el Brexit nos quita”, señaló la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon. El Parlamento británico, actualmente de vacaciones, retornará la próxima semana para ratificar el documento.

El sector empresarial respiró por primera vez en muchos meses en los que han temido un divorcio sin acuerdo. “Es un gran alivio para los negocios británicos en momentos en que la resistencia está en su punto más bajo”, reconoció el director de la Confederación de la Industria Británica, Tony Darker. “Ya que ha tardado en llegar, es vital que ambas partes tomen medidas para que el comercio y los servicios fluyan mientras las empresas se ajustan al cambio”.