Israel vuelve a las urnas. El próximo 23 de marzo la sociedad israelí votará por cuarta vez en dos años. La incapacidad de los partidos políticos para aprobar un presupuesto ha llevado a la disolución automática de la Knesset, el parlamento israelí, la medianoche del miércoles. A las puertas de su juicio por corrupción, Netanyahu entra en campaña electoral con el Israel más dividido de la historia y un giro inesperado en el panorama político.

La irrupción del partido Nueva Esperanza, creado por Gideon Saar tras abandonar el Likud hace un par de semanas, como segunda fuerza en las encuestas pone en riesgo el monopolio político del actual primer ministro. Tras 15 años en el poder, nuevas fuerzas aún más a la derecha que el Likud atraen a los israelís agotados de Bibi.

“Los próximos tres meses van a ser de los más feos en la historia de Israel”, ha reconocido Yaakov Kaatz, editor jefe de ‘The Jerusalem Post’. “Es cierto que los dos últimos años tampoco han sido la gran diversión”, constata Kaatz, “Israel pasó por tres campañas electorales y dos años de confusiones y luchas entre partidos políticos que constantemente no lograron encontrar una manera de trabajar juntos en beneficio del verdadero poder soberano en este país: el pueblo israelí”.

Después de tres comicios, Binyamin Netanyahu y el líder de la coalición Azul y Blanco, el exmilitar Benny Gantz, acordaron en mayo un “gobierno de unidad nacional” en los primeros días de la pandemia. Según su pacto, en noviembre del 2021 Gantz ocuparía el puesto de primer ministro para terminar la legislatura. Pero el exmilitar cayó en manos de los engaños del primer ministro más longevo de la historia del país, cuyo mandato político supone una quinta parte de los 72 años de existencia de Israel.

“Si no hubiera juicio, habría habido presupuestos y no habría elecciones”, remarcaba Azul y Blanco antes de la disolución del parlamento. Estratega por excelencia, ‘Bibi’ ha evitado la aprobación de unas cuentas que le permitieran rotar en el poder con Gantz y perder la protección para su inminente juicio por soborno, fraude y abuso de confianza. Pero el primer ministro no esperaba el giro político desatado por Gideon Saar tras abandonar el Likud por convertirse en un “culto a la personalidad” y crear su propio partido.

Viraje a la derecha

La irrupción de Nueva Esperanza constata el viraje a la derecha del país, ya que tras dos semanas de existencia, este partido ya se sitúa el segundo tras el Likud en las encuestas. Saar tacha de blando a Netanyahu mientras aboga por la expansión colonial, demográfica y económica en los territorios ocupados y en la reforma del poder judicial para reconocer la superioridad judía que facilite la anexión. Junto a Nueva Esperanza, la competencia es Yamina, la coalición integrada por partidos de derecha y ultraderecha y liderada por el exministro de Defensa Naftali Bennett.

“Netanyahu se acostumbró a emprender una campaña contra un único rival principal del centro-izquierda”, analiza Yossi Verter en ‘Haaretz’, “pero ahora, con Saar como principal rival y Bennett como desafío secundario, la táctica que le había servido tan bien ya no es relevante”. Con esta ampliación de la derecha, el eje electoral se sitúa en estar con o contra Bibi. Las encuestas muestran que el frente anti-Bibi podría conseguir hasta 80 escaños de los 120 de la Knesset, mientras varios miembros del Likud abandonan sus filas para unirse al renovado partido de Saar.

"Crimen ministro"

Este fugaz gobierno se ha cobrado como víctima a Benny Gantz, quién se erigió como el principal objetor de Netanyahu y fue castigado por sus socios políticos tras pactar con el enemigo. “Robaste los votos de personas que se oponían a Netanyahu para unirte a su gobierno, creíste en las falsas promesas de una "rotación en el cargo de jefe de gobierno", te humillaste persiguiendo ventajas como un título sin sentido y un prestigioso coche oficial”, le recrimina Aluf Benn en ‘Haaretz’. La muerte política de Gantz es otro de los logros del primer ministro israelí más longevo.

Entre abril del 2019 y marzo del 2021, los israelís habrán acudido a las urnas cuatro veces pero las próximas serán las primeras sin el apoyo ciego del presidente estadounidense, Donald Trump. Si no logra evitarlo, Netanyahu podría pasarse la campaña electoral sentado en el banquillo de los acusados por los cargos en su contra. Sin una victoria en las elecciones, ‘Bibi’ será juzgado como cualquier otro israelí. Tras casi medio año en las calles, las protestas contra el “crimen ministro” están más cerca que nunca de ver a Netanyahu tambalearse. Aunque la alternativa política tampoco refleja los reclamos en las plazas.