"A mi edad, la inmortalidad se ha convertido en un valor refugio". Esta frase, pronunciada por Valéry Giscard dEstaing durante una recepción de la Academia Francesa en 2004, resuena hoy con cierta ironía. Este miércoles a sus 94 años el expresidente de la V República entre 1974 y 1981 falleció en su propiedad de Authon dans le Loir-et-Cher, tras varias hospitalizaciones por problemas cardíacos.

Quien fuera presidente de Francia entre 1974 y 1981, hizo una de sus últimas apariciones públicas en septiembre del 2019, en el entierro de Jacques Chirac, que fue su primer ministro. Será la historia quien inmortalice la figura del Grand Old Man (GOM) de la política francesa -como le gustaba referirse a sí mismo-, encarnación del espíritu reformista en una Francia reticente y protagonista del preámbulo del sueño europeo.

Valéry Giscard dEstaing (Coblence, Alemania, 1926), conoció todos los escalafones de la política francesa, incluso el primero de todos ellos: la Escuela Politécnica y la Escuela Nacional de Administración (ENA), viveros de las élites del país. Su carrera comenzó en 1951 en el seno de la Inspección General de Finanzas, para pasar cinco años más tarde al terreno político convirtiéndose en diputado del departamento Puy-de-Dôme.

Haciendo prueba de precocidad y premura, características que marcarán su política, en 1959 fue nombrado secretario de Estado de Finanzas bajo el Gobierno de Michel Debré y en 1962 asumió la cartera de de Finanzas y Asuntos Económicos en el seno del Ejecutivo de Georges Pompidou, cargo que ocupará también bajo la batuta de Jacques Chaban-Delmas y de Pierre Messmer en 1972.

"No tenéis el monopolio del corazón"

Tras la muerte de Georges Pompidou, Valéry Giscard se convirtió en el heredero de su campo político. "No tenéis el monopolio del corazón", lanzó a François Mitterrand el 10 de mayo de 1974. Por aquel entonces, lejos de su función ministerial, Giscard se enfrentaba cara a cara al candidato socialista en la carrera hacia el Palacio del Elíseo. Con esta frase, que engrosa las páginas de la memoria francesa, Valéry Giscard respondió a su rival que defendía una justa distribución de la riqueza con la frase: "Es casi una cuestión de inteligencia, es también una cuestión de corazón".

Con el 50,81% de los votos, el pródigo candidato de la derecha se alzó con la presidencia de la V República, eligiendo a Jacques Chirac como primer ministro. Giscard tenía solo 48 años cuando se convirtió en jefe de Estado, el más joven de la historia de Francia hasta la llegada de Emmanuel Macron, heredero de su espíritu reformista e indiscutible calco de su trayectoria.

"Muchos de nuestros compatriotas están convencidos de que preferirían vivir en un mundo similar al del pasado, pacífico, rústico, familiar, y al mismo tiempo sienten la inevitabilidad del cambio", escribió Giscard en su ensayo 'Democracia francesa' (Fayard, 1976). A pesar de las reticencias del pueblo francés, entre 1974 y 1981, Giscard rindió homenaje a su espíritu modernista en oposición al austero conservadurismo gaullista: redujo la mayoría de edad a los 18 años, legalizó el aborto y aprobó el divorcio por consentimiento mutuo.

La Unión por la Democracia Francesa, su creación política

A pesar de su experiencia como exministro de Finanzas, los problemas económicos -desempleo masivo, inflación y aumento del coste de las materias primas- agravados por la crisis del petróleo de 1973, marcarán sus años de mandato y alejarán a Giscard de Jacques Chirac, remplazado a la cabeza del Gobierno por el economista Raymond Barre en 1976.

En 1981, a pesar de sus esfuerzos por reunir a la derecha no gaullista y al centro en torno a una nueva formación política, la Unión por la Democracia Francesa (UDF), Giscard fue derrotado por François Mitterrand en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, privándole de un segundo mandato. Su estrategia no convenció a los franceses, indignados por la relación de quien fuera presidente con el dictador centroafricano Jean Bédel Bokassa, sin olvidar el escándalo protagonizado por su ministro de Presupuesto, Maurice Papon, al revelarse su participación en la deportación de judíos bajo el régimen de Vichy.

Europeísta convencido

A pesar de los escándalos y de su deslucido balance económico, la política exterior de Valéry Giscard marcará un antes y un después en la construcción europea. Junto al canciller alemán Helmut Schmidt, impulsó la creación del Sistema Monetario Europeo (SME) y defendió la introducción de elecciones directas para designar a los diputados del Parlamento Europeo. Europeísta convencido, tras 40 años en la escena nacional francesa saltó a la arena europea, convirtiéndose en eurodiputado en 1989 hasta 1993.

Encargado de encontrar un punto de entendimiento entre los federalistas europeos y los escépticos ante cualquier otra forma de integración, Giscard regresó a la primera línea europea en 2002 como presidente de la Convención sobre el Futuro de Europa, responsable del fallido proyecto de Constitución Europea.

Lejos de abandonar el terreno institucional, el Grand Old Man pasó a formar parte de la Academia Francesa en 2003 y en 2004 se convirtió en miembro de pleno derecho del Consejo Constitucional. En un segundo plano, pero siempre presente, la sombra de Giscard acompaña a Emmanuel Macron, a quien muchos acusan de ser una mera imitación moderna.

El pasado mes de mayo, Valéry Giscard reapareció en primera plana mediática por una acusación de agresión sexual. Una periodista alemana del diario Süddeutsche Zeitung presentó una denuncia contra el expresidente galo acusándole de haberle tocado las nalgas durante una entrevista en París en diciembre de 2018.

"Si de lo que se le acusa fuera cierto, por supuesto que lo lamentaría, pero no recuerda nada, aseguró su jefe de gabinete al diario Le Monde. Así pues, Giscard, reformista y moderno, se enfrentó también al cambio de paradigma de nuestros días dónde los abusos y excesos, protagonizados incluso por pesos pesados de la historia, ya no quedan entre bastidores.