Los militares que hoy protagonizaron un golpe de estado incruento en Mali detuvieron por la tarde al presidente Ibrahim Boubacar Keita (IBK) y a su primer ministro Boubou Cissé, un gesto que les ha costado la condena mundial pero un aparente apoyo en las calles de Bamako.

"No deseo que se derrame más sangre por mantenerme en el poder", dijo Keita, que fue presentado en la ORTM1 (televisión oficial) como "presidente saliente".

IBK, como se le conoce popularmente, dio a entender que su renuncia se hacía forzado por los militares participantes en el golpe de estado: "¿Tengo acaso otra opción?", se preguntó, tras recordar que "ciertos elementos de las fuerzas armadas han concluido que esto debía terminar mediante su intervención".

Por el momento, los golpistas no han emitido ninguna declaración de intenciones ni comunicado alguno para explicar cuáles son sus objetivos.

Tampoco han designado hasta el momento a un líder que asuma la jefatura del estado en este momento crítico, aunque se espera que lo hagan en las próximas horas.