El Tribunal Especial para el Líbano (TEL) ha alegado la ausencia de evidencias que prueben la implicación de Hizbulá y las autoridades sirias en el asesinato del exprimer ministro Rafic Hariri en el 2005. Cuatro integrantes de la milicia chií habían sido acusados de conspiración por cometer el atentado terrorista que acabó con la vida de Hariri. Solo uno de ellos, Salim Jamil Ayyash, ha sido declarado culpable de llevar a cabo un acto terrorista mientras que los otros tres han sido absueltos. Quince años después, la justicia internacional ha hablado para intentar cerrar una herida que sigue muy abierta para la política libanesa y para los familiares de las otras 21 víctimas del atentado.

Siria e Hizbulá podrían haber tenido motivos para eliminar a Hariri y algunos de sus aliados políticos; sin embargo, no hay evidencias de que los líderes de Hizbulá estuvieran involucrados en el asesinato de Hariri y no hay evidencia directa de la participación de Siria en él, ha declarado el juez David Re en La Haya. El magistrado ha reconocido que pese a la enemistad entre ambos bandos, durante los meses previos al atentado, Hariri mantuvo buenas relaciones con el líder de Hizbulá, Hasán Nasralá. "El asesinato de Hariri fue un acto claramente político. En los meses previos a su asesinato, el exprimer ministro se pronunció públicamente en contra de la presencia militar de Siria en Líbano", ha dicho Re.

Salim Jamil Ayyash ha sido declarado culpable por los cargos de conspiración para cometer un atentado terrorista, cometer un acto terrorista con artefactos explosivos, dos cargos de homicidio intencionado con premeditación con material explosivo, uno por Rafic Hariri y otro por las 21 víctimas mortales, e intento de homicidio intencionado con premeditación haciendo uso de artefactos explosivos por los 226 heridos que dejó la explosión. Hasán Habib Merhi, Asad Hasán Sabra y Husein Hasán Oneissi han sido absueltos de los mismos cargos porque no se puede probar que conocieran la intención última de matar al exprimer ministro libanés. Ninguno de ellos estaba en la cadena de mando y no hay nadie acusado como autor intelectual del magnicidio. Durante el juicio, ninguno de los milicianos han pisado esta corte creada conjuntamente entre la ONU y el Líbano ya que llevan años sin ser vistos en público.

Durante meses, una red de conspiradores controlaba los movimientos del exmandatario a través de teléfonos móviles codificados por colores. El atentado tuvo lugar en Beirut, al paso del convoy del exmandatario por el hotel Saint Georges cerca del mar, y fue llevado a cabo por un terrorista suicida que se inmoló con 3.000 kilos de explosivos de alto grado. Los restos del atacante no pudieron ser identificados.

EVITAR LA VENGANZA

La lectura del veredicto estaba programada para el pasado 7 de agosto, pero la explosión ocurrida tres días antes en el puerto de Beirut forzó su aplazamiento como muestra de respeto a las víctimas. Esta sentencia llega en un momento muy delicado para Líbano tras la terrible negligencia que ha arrebatado al menos 178 vidas y ha dejado unos 6.000 heridos. Además, la inestable situación política se ve aún más amenazada por las tensiones sectarias entre los líderes chiíes, los acusados de la milicia Hizbulá, y los suníes, la familia Hariri. Aunque ambos han reconocido que quieren evitar una escalada de tensiones.

"Aparte del Ejército libanés, solo Hizbulá está armado; no debemos pensar que habrá repercusiones de guerra civil en el terreno, los partidarios de Saad Hariri (ex primer ministro e hijo del fallecido) no están armados para una guerra", ha clarificado Rima Tarabay, asesora de Rafic Hariri durante trece años. Hace un par de semanas, muchos libaneses depositaban sus esperanzas en el tribunal impulsado por las Naciones Unidas. Después de la explosión que ha acabado de destruir al país, la ciudadanía dedica sus tiempos y esfuerzos en reconstruir su ciudad, sus vidas. El TEL no solo fue creado para buscar justicia, sino que también servía para evitar la venganza entre las distintas sectas que integran el país.

POSICIÓN ANTISIRIA

Tras el magnicidio, un duelo nacional jamás visto dominó a la sociedad libanesa. El asesinato del político, visto como el líder suní definitivo, removió las cenizas de unas tensiones sectarias jamás enterradas tras la guerra civil (1975-1990). Miles tomaron las calles de Beirut con eslóganes antisirios y en duelo por Hariri. Su oposición a la presencia militar siria en el Líbano le costó la vida. Finalmente, la presión internacional liderada por la ONU llevó a las tropas de Asad a retirarse después de 29 años de presencia militar.

Tras el aumento de las tensiones políticas y sectarias en el Líbano y en toda la región de Oriente Próximo, las Naciones Unidas iniciaron la creación en 2007 de este Tribunal Especial para el Líbano que investiga otros asesinatos políticos ocurridos en el país en ese período. Durante el juicio entre 2014 y 2018 los jueces escucharon a 297 testigos, y las pruebas usadas son los registros de llamadas entre los acusados siguiendo los movimientos de su víctima.