«Hoy contra nosotros, mañana contra vuestros hermanos y vuestras hermanas», grita uno de los manifestantes mientras es detenido por la policía. La Plaza Rosa Luxemburgo, en pleno centro de Berlín, se ha convertido en punto de encuentro de las protestas contra las medidas para frenar el coronavirus en Alemania. Una de ellas es la limitación de los derechos recogidos por la constitución, como el de manifestación, reunión o libre movimiento. Actualmente en la capital alemana están permitidas solo concentraciones de un máximo de 20 personas.

La autobautizada Resistencia Democrática es una de las organizaciones impulsoras de esta protesta que intenta celebrarse cada sábado bajo el lema «No sin nosotros». Consideran que el poder político está aprovechando la crisis para poner en jaque a la democracia. «Lo que representa una república, es decir, el debate sobre las cuestiones públicas, sobre la ciencia, el periodismo y el arte, ha sido eliminado y los opositores están siendo perseguidos», asegura a este diario Anselm Lenz, periodista, escritor y cofundador del movimiento.

Junto a otros periodistas e intelectuales del mundo del teatro que se sitúan en la «izquierda liberal», Lenz está publicando un semanario financiado «con donaciones de más de 120 intelectuales y médicos». En él, denuncian la sobreactuación del gobierno federal para hacerse con poderes extraordinarios y prepararse para el próximo «hundimiento del neoliberalismo».

Lo que aparece como una crítica legítima queda ensombrecido por las acusaciones de estar colaborando con militantes de la ultraderecha y con defensores de teorías conspirativas cercanos a movimientos identitarios y etnonacionalistas. «En primer lugar, esas son acusaciones del gobierno; en segundo, está demostrado que el estado suele enviar provocadores a este tipo de concentraciones. En todo caso, nosotros rechazamos a los neonazis», responde Lenz.

El colectivo investigativo Correctiv va un paso más allá y apunta que el gobierno ruso de Vladímir Putin podría estar detrás de esa cruzada formada por la izquierda anticapitalista, la ultraderecha y militantes de las teorías de la conspiración.

El 1 de mayo, la plaza Rosa Luxemburgo se convirtió en escenario de detenciones y tensión entre el enorme dispositivo policial desplegado y 200 ciudadanos. Lenz fue arrestado tras lanzar un paquete de semanarios a un grupo de policías que detenía a uno de los concentrados, como demuestran las grabaciones.

Mientras una veintena de personas de otro colectivo de la izquierda extraparlamentaria y antifascista ocupaba de forma legal el centro de la plaza para evitar que la atípica alianza de opositores tomase el espacio, un público variopinto se concentraba en los alrededores: desde clásicos votantes de la ultraderecha de AfD hasta jóvenes de izquierda alternativa que ven inaceptable limitar derechos fundamentales.

Al calor de ese malestar se acaba de fundar el partido Widerstand 2020 (Resistencia 2020). Encabezado por el doctor Bodo Schiffmann -un otorrinolaringólogo que se ha hecho popular en YouTube por poner en entredicho la gestión de la pandemia-, pretende canalizar electoralmente el descontento. La formación asegura haber superado ya los 70.000 afiliados.