El 28 de abril de 1945, hace exactamente 75 años, el dictador italiano Benito Mussolini y su amante Claretta Petacci fueron fusilados en la provincia de Como (norte) por un grupo de partisanos, y después colgados boca abajo en una plaza de Milán, en una imagen que pasó a la historia.

Mussolini y Petacci se conocieron de forma casual en la playa romana de Ostia en 1932, cuando la joven tenía solo 20 años y el exdictador 49, una diferencia de edad que no impidió que iniciaran una turbulenta relación de amantes que incluso llegó a sobrevivir al matrimonio de ambos, el de Petacci con un oficial del que se separó en 1936 y de Mussolini con Rachele Guidi, con la que permaneció casado hasta el final.

Petacci había mostrado su admiración por el Duce ya desde pequeña e incluso le envió una primera carta cuando tenía solo 14 años, después de que la irlandesa Violet Gibson intentara asesinar a Mussolini, al que disparó con una pistola y lo hirió en la cara en 1926.

El día en el que se conocieron, Petacci se encontraba con su familia en la playa romana de Ostia y a partir de entonces mostró una devoción absoluta por el dictador, tanto es así que llegó incluso a morir con él.

Intento de salvar la vida

En la primavera de 1945, ante la previsible derrota de la Alemania nazi en la segunda guerra mundial, Mussolini tomó una decisión para intentar salvar su vida: tratar de negociar su rendición con las fuerzas aliadas.

El 18 de abril concertó una reunión, que debía celebrarse el 25 de abril en Milán con la mediación del cardenal y arzobispo de esa ciudad, Ildefonso Schuster, pero que nunca tuvo lugar porque Mussolini huyó hacia la provincia de Como, en la frontera con Suiza, que intentó cruzar en un convoy el 27 de abril.

Viajaba con su amante, Petacci, y con un grupo de afines, y pretendían atravesar la frontera haciéndose pasar por el cónsul español y su esposa, pero fueron interceptados por un grupo de partisanos cerca de la localidad de Dongo.

Sin piedad

No hubo piedad. El Comité de Liberación Nacional decidió que debían morir y fueron fusilados el 28 de abril de 1945. Los cadáveres fueron trasladados ese mismo día en un camión a Milán.

Allí, una colérica muchedumbre se ensañó con ellos hasta desfigurarlos y después fueron colgados de los pies en la marquesina de una gasolinera de la plaza Loreto de esa ciudad, donde meses atrás habían sido asesinados 15 partisanos por un pelotón de la llamada República de Saló, que respaldaba a los nazis.

Fue una venganza brutal en respuesta a años de represión y muerte, que quedó en el recuerdo popular y que pasó a los libros de historia.