Tras cuatro semanas de cierre económico, Alemania abrió ayer una nueva fase en la gestión de la crisis generada por el coronavirus. Tal y como acordaron la semana pasada el Gobierno federal y los ejecutivos de los 16 estados federados, el permiso para reabrir las puertas será implementado progresivamente para aquellos locales comerciales no considerados hasta ahora imprescindibles -es decir, comercios que no vendan comida ni bebidas, material de construcción, farmacias u ópticas- y con una superficie menor a 800 metros cuadrados. Los concesionarios, las tiendas de bicicletas y las librerías quedan, sin embargo, excluidas de esta última limitación.

Los negocios podrán ir reabriendo sus puertas según lo disponga cada uno de los estados federados y tendrán que aplicar medidas extraordinarias de higiene, así como limitar el aforo para que sea posible mantener la distancia de seguridad recomendada de metro y medio, y evitar colas de espera.

La cancillera alemana, Angela Merkel. advirtió ayer que hay que ser «cautelosos» y «disciplinados». «No podemos arriesgarnos a tener un rebrote si el desconfinamiento se hace demasiado rápido», señaló. Merkel dijo que habrá que esperar 14 días para saber los resultados de la reducción de las restricciones.

La reapertura está siendo escalonada y desigual debido al descentralizado sistema federal que organiza administrativamente a Alemania. Estados como Hesse, Renania del Norte-Westfalia, el Sarre y la ciudad-estado de Hamburgo comenzaron ayer a permitir la apertura de comercios menores de 800 metros cuadrados. En otros, como Berlín o el Estado libre de Baviera, los comerciantes tendrán que esperar un poco más, hasta que sus respectivos gobiernos decidan cuándo se retoma la actividad comercial no considerada imprescindible.

Anuncios en carteles

En el céntrico barrio de Moabit, a tan solo un par de kilómetros de la cancillería y del Bundestag, se percibía ayer una mayor actividad en las calles, con comercios que ya preparan su reapertura y carteles que así lo anuncian. «Queridos clientes y vecinos, por fin podemos comunicarles que volveremos a abrir a partir del próximo 4 de mayo. Ya pueden hacer sus citas en nuestra página web», anunciaba el escaparate de una peluquería en referencia a otra de las medidas del Gobierno alemán: las peluquerías serán, de momento, los únicos comercios cuyo servicio supone la cercanía física con el cliente que podrán reabrir las puertas.

En las calles de Moabit apenas se veían colas frente a los comercios que nunca cerraron durante la crisis -supermercados, por ejemplo-, a excepción de las sucursales bancarias, en las que sí se formaban a primera hora filas de espera de clientes que necesitan dinero en metálico. El centro de la capital alemana respiraba ayer, en definitiva, un ambiente de relativa normalidad en un país en el que nunca se ha llegado a aplicar un confinamiento general para toda su población pese a ser uno de los más afectados por la pandemia (según la universidad estadounidense John Hopkings, Alemania tiene ya más de 145.000 infectados y cerca de 4.700 muertos).

La federación de comercios minoristas criticó la decisión de reabrir la actividad comercial de manera escalonada por considerarla arbitraria: «La nueva medida supone una distorsión de la competencia», dijo un portavoz de la Federación de Comerciantes HDE. «Mientras las comercios medianos de ropa y electrónica siguen cerrados, las tiendas de zapatos y artículos domésticos ya pueden abrir», añadió, en referencia a la limitación de reapertura por la superficie del local.